La epilepsia es un tipo de trastorno del sistema nervioso central en el que la actividad cerebral normal se ve alterada provocando convulsiones o períodos de comportamiento inusuales, y a veces, la pérdida de la conciencia
Este tipo de enfermedad es de las más preocupantes para las personas mayores, después de los accidentes cerebrovasculares y la demencia. La curva de ocurrencia de la epilepsia está basada en la edad y aumenta en la población de más de 60 años.
De hecho, las personas a partir de 65 años pueden tener epilepsia tres veces más que las personas de 40 a 59 años. Incluso se estima que la epilepsia aparece de forma más frecuente durante la vejez que en la infancia.
Uno de los síntomas más indicativos para detectar esta enfermedad son las convulsiones epilépticas que conducen a un mayor deterioro cognitivo.
Por este motivo, es fundamental poder reconocer cuando una persona mayor está sufriendo convulsiones. Las convulsiones representan un riesgo para la seguridad como las caídas, los accidentes de conducción, etc. También puede producir trastornos del estado de ánimo como la ansiedad y la depresión.
Puntos claves para detectar una convulsión epiléptica
Los puntos claves que sirven para poder detectar este tipo de convulsiones: Rasgos repetidos de labios, movimientos de manos o sacudidas. Confusión episódica, pérdida de memoria o habilidad para encontrar palabras. Estar fuera de comportamiento. Caídas frecuentes e inexplicables o episodios de desvanecimiento.
¿Por qué tienen este trastorno las personas mayores?
Aunque la epilepsia afecta a personas de todas las edades, las personas mayores son de los grupos de edad en los que comienza con mayor frecuencia una epilepsia. Las principales causas que puede producir esta enfermedad en la vejez son:
Problemas vasculares cerebrales. Tumores cerebrales. Demencias. Problemas Cardíacos. Lesiones cerebrales. Infecciones en el sistema nervioso central.
Aunque existen varios tipos de crisis epilépticas, parciales y generalizadas, el protocolo de actuación es muy parecido en ambos casos. Suelen ser breves y terminan por sí solas, por lo que la intervención será únicamente para buscar el bienestar del paciente y la reducción del peligro. Según la Federación Española de Epilepsia, los pasos a seguir son los siguientes:
Ponerlo en el suelo. Con mucho cuidado, también ponerlo de lado. No impedir las convulsiones cogiendo con fuerza a la persona. Desde el comienzo del ataque, comprobar con la ayuda de un reloj su duración. Si se extiende más de cinco minutos, llama inmediatamente a los servicios de emergencia. Cuando haya finalizado el ataque epiléptico, acompañar a la persona a un lugar tranquilo y relajado.
Gemma Montero, CEO de SEPES Atención Domiciliaria, explica que «lo más importante es garantizar la calidad de vida de las personas mayores o con discapacidad, independientemente de la enfermedad que padecen en ese momento».
Además, concluye que «en SEPES se trabaja siempre con especialistas en la atención domiciliaria de personas mayores y dependientes, apostando por ofrecer servicios de proximidad y velamos para que el equipo de apoyo a domicilio sea profesional y trabaje siempre desde el respeto, la sensibilidad humana y la excelencia».
Fuente Comunicae