El castigo es una de las herramientas más recurrentes en la educación tradicional. En la actualidad, existe el debate sobre si los niños aprenden algo o no de estos escarmientos. Cada vez, más familias optan por la Disciplina Positiva, que intenta cambiar la perspectiva hacia el mal comportamiento del niño, y enseña habilidades de vida y valores para un buen carácter, considerando el error como una oportunidad de aprendizaje. Nanas & Co explica las desventajas de los castigos
El castigo es una técnica conductista, es decir, se utiliza con el objetivo de modificar una conducta, y se basa en asociar un estímulo a una respuesta, a través de refuerzos positivos (premios) para fomentar ciertos comportamientos o, negativos (castigos) para erradicarlos.
No suele funcionar a largo plazo. En la educación intervienen factores muy complejos como la motivación, las emociones, el vínculo… y aplicar un castigo, sin tener en cuenta esto, no sirve de nada. No existe relación entre la conducta y la consecuencia. Por ejemplo, no haber recogido la habitación, se sanciona con no poder ver a un amigo. La simbiosis que se establece entre la conducta y su fruto, no resulta razonable para el niño, por lo que no se produce ningún aprendizaje.
El niño percibe las obligaciones como algo negativo. Con el castigo, se busca que el niño pague por el error cometido y, como adultos, hay que tener presente que el desacierto forma parte imprescindible del aprendizaje. Castigando, se está continuamente juzgando conductas que son normales en su etapa de desarrollo y haciendo que el niño no aprenda que las obligaciones son importantes en su crecimiento.
Los castigos se vuelven en contra. Los niños empezarán a pedir algo a cambio para realizar cualquier tarea que asocien como una “obligación”, como hacer los deberes, comer lo que haya ese día en casa, recoger los juguetes, etc.
Los castigos no tienen en cuenta las emociones que han llevado al niño a cometer cierto acto. Si no se identifican, no se está arreglando nada.
No enseñan habilidades o competencias necesarias para la vida, como a sentir empatía, saber relacionarse, tener sentido del humor, ser resolutivos, etc.
Si el niño está teniendo una conducta inadecuada, no se puede mirar hacia otro lado. La opción más adecuada es plantear la situación como una oportunidad que se le ofrece para elegir portarse bien o no portarse mal. Se debe fomentar su autonomía, respetar sus tiempos, trabajar sus emociones, darles opciones para manejarlas, buscar soluciones en lugar de culpables…
El escarmiento debe ser algo puntual y racional y que no le haga sentir mal emocionalmente, si no, perderá el sentido y su efectividad. Se debe aplicar de forma inmediata a la acción y de una forma que no sea desproporcionada.
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