Frida Kahlo es una de las figuras más influyentes de la historia del arte gracias a su voluntad de romper todas las normas y no querer parecerse a nadie. Los cuadros de la artista mexicana son reconocibles en todo el mundo y, sin embargo, sus visiones más íntimas están en sus dibujos. ¿Qué queda por descubrir en la parte más inexplorada de su obra?

Verdades y secretos
Los dibujos de Frida Kahlo son piezas que han estado dispersas por todo el mundo en diferentes colecciones y museos y que, hasta ahora, no se habían estudiado de manera exhaustiva. Algunos de ellos pertenecen a coleccionistas privados, por los que no son siempre accesibles.

La artista dibujaba pensando en su círculo de amigos y amantes, por lo que estas obras nunca se exhibieron en público. Esa es la razón por la que sus dibujos a lápiz muestran, con más crudeza, las fantasías, los temores y los deseos de la artista.

Una parte de estos dibujos sirvieron como bocetos que después desarrollaría en sus pinturas. Pero incluso en este caso, las ideas que trazaba sobre papel tenían una personalidad propia, que a veces no se correspondía al cien por cien con la obra acabada.

«Me pinto a mí misma porque soy a quien mejor conozco»
A diferencia de otros pintores de su época, Frida Kahlo apostó por una búsqueda privada. Sobre todo, quiso hablar al espectador en primera persona. Quien contempla una de sus obras sabe que está frente a una mujer que vivió, sintió y sufrió. Por eso sus obras siguen conmoviendo al público.

Frida Kahlo sabía que los símbolos dan forma a la experiencia subjetiva. Algunas vivencias y emociones dejan una huella invisible, que solo se hace comprensible a través del arte.

De este modo, a través de elementos que evocan el lenguaje de los sueños, Frida muestra la que sería una constante en su vida: el dolor, tanto físico como emocional.

El accidente (1926)
Existe un único dibujo que Frida Kahlo dedicó al acontecimiento que cambió su vida: El accidente describe el suceso que vivió a los 18 años en tres escenas superpuestas, al estilo de las láminas didácticas que había usado en la escuela. En primer plano se observa, por primera vez, la imagen recostada de la artista, que reaparecerá en numerosas obras en las que Frida se representa convaleciente.

Esta escena tan trascendente en su biografía no llegaría a concretarse en forma de cuadro, pero se percibe su eco en dos obras en las que Frida no es la protagonista: El suicidio de Dorothy Hale y Unos cuantos piquetitos.

Diego y yo (1930)
El sufrimiento que le causaba la relación con Diego Rivera, su marido, está muy presente en la obra de Frida. Sin embargo, algunas pistas solo se observan al comparar sus bocetos con la obra final. Por ejemplo, en el cuadro Diego y yo.

Hay unas diferencias notables entre el óleo y el dibujo preparatorio que realizó unos meses antes. En este, la artista dirige la mirada fuera de la escena y parece querer apartarse de su esposo, que la retiene por la muñeca.

El cuadro definitivo, sin embargo, es la escenificación de un matrimonio ideal, con las manos entrelazadas y una actitud relajada. Otro detalle que ha desaparecido del óleo es el feto dibujado sobre el abdomen del artista, una referencia al hijo que Frida acababa de perder o, tal vez, la esperanza de un futuro embarazo. Este fue un sueño que la artista nunca pudo ver cumplido.

«El arte más poderoso de la vida es hacer del dolor un talismán que cura»
La narrativa simbólica de Frida Kahlo sale a la luz gracias a una iniciativa de la editorial ARTIKA. Los sueños de Frida Kahlo es una edición que reúne y analiza, en exclusiva, los dibujos de la artista mexicana. Frida Kahlo se convirtió en un icono porque se atrevió a ser diferente. Esta es una oportunidad única para descubrir sus sueños más íntimos.

Fuente Comunicae

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