Pese a que en la actualidad resulta complicado viajar, lo cierto es que hubo un tiempo, no tan lejano, en el que las personas se movían libremente entre distintos puntos geográficos del mundo, dando rienda suelta a una gran pasión compartida por millones de personas, viajar.
Y es que, pese a que exista quien asegura que no necesita ir más allá de los límites geográficos de la localidad en la que vive, viajar es una actividad que aporta innumerables beneficios a aquellos que la realizan, pues, además de proporcionar descanso de la rutina diaria, se trata de una de las actividades más enriquecedoras culturalmente.
Conocer culturas distintas de la propia ayuda a mantener la mente más abierta, así como a ser más críticos y a poner en valor lo propio y lo ajeno.
Y es que, cuando se viaja a países que, por uno u otro motivo, miman sus monumentos y edificios históricos, uno se da cuenta de que España, como habitualmente, va rezagada respecto al resto de países desarrollados.
Por supuesto, lo comentado anteriormente no ocurre en todos los países por igual, pues, como es evidente, no todos cuentan con los mismos recursos y, por lo tanto, no todos pueden realizar la misma inversión a la hora de mantener sus monumentos y edificios históricos en óptimas condiciones.
Sin embargo, en los últimos años los edificios históricos, aquellos que se encuentran en los cascos históricos de cualquier ciudad, parecen haber cobrado un renovado interés, haciendo que tanto particulares como empresarios apuesten por adquirir una de estas propiedades.
No obstante, y tal y como comentan desde Andamios y Encofrados STARK “la adquisición de edificios históricos es hoy muy común, sin embargo, las estructuras de este tipo de edificios suelen estar muy dañadas. En ese caso es necesario derribarlas, manteniendo, eso sí, la fachada intacta, y es aquí donde nosotros entramos en juego, pues, para llevar a cabo tal labor con absoluto éxito es necesario montar una estructura de sujeción y anclaje que funcione como estabilizador de la fachada”.
Por tanto, y pese a lo que buena parte de la población pudiera pensar a priori, detrás de una fachada histórica no siempre se esconde un edificio histórico.