El verdadero reto de aquí hasta que 2021 se de por concluido va a ser, sin duda la economía. Echar un vistazo a las noticias empresariales es ir de susto en susto cuando no de cierre en cierre y esa tendencia, o se consigue cambiar, o la recuperación de la que tanto se habla tardará mucho más en llegar de lo que estiman.
Titulares como la liquidación de Pullmantur, los ERES de los bancos, las crisis de bolsa con caídas continuadas tras cada información…todo lleva a pensar que es necesario dar una salida a las empresas para conseguir sanar al máximo la economía y, con ello, la creación de empleo.
Europa ya ha dado luz verde a cerca de 9.000 millones de euros que llegarán y, según parece, irán destinados a la digitalización y también a las energías renovables. Quizá es por aquí por donde las empresas deberían dar sus primeros pasos para conseguir, de nuevo, estar a la vanguardia del espacio común europeo porque potencial, en España, hay.
Basta echar un vistazo por sectores: el agropecuario tiene una capacidad de cultivo y de producción cárnica que podría ser claramente clave para conseguir que la industria de la España rural salga adelante gracias también a la tecnología y a digitalizar gran parte de los procesos de recolección y producción del primer sector. Los vinos, el aceite, los productos derivados del cerdo y la pesca son grandes fuertes que hay que seguir incentivando para que sean la base de toda una nueva industria y sector.
También estamos de enhorabuena con la capacidad textil que tenemos, al igual que en los desarrollos tecnológicos que, aunque poco se habla, España tiene ciertos grupos pioneros lanzando grandes productos de Realidad Aumentada y realidad virtual que compiten en los principales mercados internacionales pese a que poco se habla de ello a nivel nacional.
Sea como sea lo que está claro es que el tejido empresarial necesita ayuda para paliar todo lo que ha tenido que soportar desde la llegada del coronavirus a la sociedad y, con él, las restricciones, cierres, etc.
Y no se trata de inyecciones, que también, sino de ayudas fiscales, exenciones que parece que no llegan y que acaban siendo, por el contrario, cada vez más exigentes, de fomento del empleo mediante medidas que de verdad faciliten la contratación… Un plan ambicioso que no vea al empresario como enemigo sino como aliado para volver a poner la economía en marcha.