La crisis del COVID-19 está poniendo en riesgo la salud física de muchos ciudadanos, pero menos se habla de la huella psicológica que puede dejar en las personas más vulnerables, con mayores dificultades para entender las situaciones de aislamiento y las restricciones a la movilidad. Entre ellas, las personas con discapacidades psíquicas y/o intelectuales.
Gran parte de los beneficiarios de la Fundación Adecco, con estas discapacidades, ya se encontraban en situación de vulnerabilidad extrema antes del estado de alarma, ya sea por su nivel socioeconómico, la ausencia de recursos profesionales, el grado de discapacidad, la composición familiar -situaciones de monoparentalidad, edad avanzada progenitores, etc-, así como el menor arraigo de valores como la resiliencia, la empatía o la flexibilidad en la unidad familiar. Hoy todos ellos tienen que sumar, a estas dificultades previas, las derivadas de la crisis del coronavirus, experimentando shock emocional y sentimientos de descontrol, inseguridad o falta de protección. En este sentido, hay que tener en cuenta que el COVID-19 introduce nuevas preocupaciones en las familias como la hospitalización de algún familiar al que no puede acompañarse, disparando sentimientos de estrés y ansiedad, entre otros.
Según Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco: “estamos ante personas que tenían unas rutinas muy establecidas y pautadas para hallar la armonía y la estabilidad en su día a día. Hoy, de pronto, han tenido que interrumpirlas, lo que representa un reto mayúsculo para su bienestar emocional y el de toda la unidad familiar. Desde las entidades sociales hemos de desplegar todos los recursos a nuestra disposición para que nuestros beneficiarios no se sientan desamparados, sino que puedan recibir una atención y un acompañamiento adecuado a sus necesidades”.
Voluntariado: una conexión social y empresarial
En este contexto y en el marco de su misión #EmpleoParaTodos, la Fundación Adecco ha activado la iniciativa “Estamos en contacto”, un voluntariado de emergencia con el objetivo de acompañar a más de 200 personas con discapacidad intelectual y enfermedad mental durante la cuarentena, ofreciéndoles herramientas para gestionar la situación y no retroceder en el camino recorrido hasta el momento -gran parte de ellos se encontraban participando en jornadas, actividades y talleres de habilidades sociales y competencias para la búsqueda de empleo, que han tenido que interrumpir drásticamente, debido a la excepcional situación-.
La iniciativa se impulsó con el apoyo de Orange y, a día de hoy, ya se contabilizan 12 empresas adheridas a la misma, entre ellas: Santa Lucía, Alstom, CESCE, Iberdrola, Capgemini, GSK, Bankinter, Cisco, Grupo Adecco y Ferrovial-Cadagua Además, a través del programa de asignación 0,7% del IRPF de la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas, participan otras empresas como Pilkington Automotive Spain y Dr Franz Schneider.
Se trata de un proyecto de asistencia telemática dirigido a proporcionar pautas y rutinas saludables que ayuden a las personas con discapacidad intelectual y psíquica en la gestión personal y emocional de esta crisis. La misión del voluntario es ejercer de «tutor” telefónico, trabajando tres áreas principales: estado anímico, cuidado físico y consejos y conductas de prevención para evitar el contagio. El medio escogido ha sido el teléfono para sortear la brecha digital que aún afecta a muchas personas con discapacidad a la hora de adquirir otros dispositivos tecnológicos –ordenadores, tablets, etc- o manejarlos adecuadamente, debido a la ausencia de accesibilidad.
Todos los voluntarios disponen de un manual de acompañamiento con los pasos a seguir para la realización de la actividad. Por ejemplo, apostar por la escucha activa como elemento indispensable para reconocer las preocupaciones y necesidades de la persona con discapacidad, así como la realización de algunas preguntas clave para identificar que sus rutinas son adecuadas para su salud y equilibrio emocional.
Según, Héctor Clemente, responsable nacional del área de Voluntariado de la Fundación Adecco: “Necesitamos, más que nunca, contar con los voluntarios de las empresas que vienen trabajando con nosotros. A través de esta iniciativa no queremos que los voluntarios lleven a cabo tareas profesionales realizadas por expertos en orientación laboral, simplemente buscamos que nos apoyen en la labor básica de socialización y acompañamiento, ayudándonos a identificar situaciones de riesgo psicosocial y también a retomar muchas de las rutinas que han perdido durante estos días. Además, es fundamental que no pierdan el contacto con el mundo empresarial, que salgan de su núcleo familiar más inmediato y se relacionen con personas que no conocen, del entorno empresarial, que les aporten un punto de vista diferente y les permitan seguir conectados con la sociedad».
El voluntariado en primera persona
El voluntariado “Estamos en contacto” arrancó con Orange como primera empresa adherida a la iniciativa. Según Daniel Morales, Manager de Responsabilidad Social Corporativa y del programa de voluntariado corporativo Solidarios Orange: “es en estos momentos cuando las personas en riesgo de exclusión debido a discapacidades psíquicas y/o intelectuales necesitan más apoyo que nunca. El confinamiento puede conducirles a situaciones de aislamiento e inseguridad y es por ello que consideramos crucial acompañarlos en este proceso de incertidumbre. Por ello, para que no pierdan el contacto con la realidad social y empresarial, les apoyamos y acompañamos a través de voluntarios de Orange, dispuestos a aportar su calor y humanidad a estas personas bajo las directrices de los expertos de la Fundación Adecco. Al mismo tiempo consideramos que esta iniciativa es una gran oportunidad para seguir acercando la discapacidad a nuestros empleados, generando empatía y nexos en común que eliminan, de forma natural y a través del acercamiento a otras realidades, barreras y estereotipos asociados a la discapacidad”.
La experiencia del voluntario
Vanesa López es responsable de la tienda de Orange en Murcia y una de las voluntarias que aportan su colaboración. “Al principio fue un poco difícil porque Iván, que es como se llama el chico con el que hablo, era un poco tímido y se comunicaba poco. Me costaba mantener conversaciones de más allá de 6 u 8 minutos y yo pensaba que a lo mejor estaba haciendo algo mal. Entonces empecé a pensar en ideas para enriquecer y alargar las conversaciones. Por ejemplo, un día supe que le gustaba el cine y entonces le pregunté qué película estaba viendo. Le pedí que me recomendara alguna. Luego yo intento verlas para tener tema de conversación con él. Las primeras llamadas fueron más frías y muy poquito a poco se va viendo, y yo voy notando, que cada día me recibe con más ilusión, con más simpatía. Y de repente este lunes, después de no hablar con él el fin de semana, noté que me estaba esperando. Casi lloro”.
“Iván es muy educado y respetuoso. Cuando me escribe por WhatsApp siempre me pregunta si me viene bien hablar en ese momento o estoy trabajando. Me dijo que estaba buscando trabajo cuando empezó esta historia, por lo que de momento está en pausa y retomará la búsqueda cuando podamos volver a salir a la calle. Me ha comentado esta mañana que iba a empezar un curso online de 10 horas que le habían enviado de la Fundación Adecco”.
Asimismo, Vanesa López destaca que “es la primera experiencia que tengo con una persona con discapacidad intelectual y es un reto difícil para mí, tengo que saber estar a la altura, adaptarme al lenguaje y utilizar un vocabulario y expresiones claras. Al principio me preocupaba mucho de ser súper cuidadosa, pero ahora ya hablo mucho más suelta y con total confianza: nos reímos, nos gastamos bromas y ya es otra cosa. Nos hemos relajado mucho los dos y se produce una transferencia de valores, para mí es un aprendizaje constante”.
La experiencia de las personas con discapacidad
Lidia es una de las personas con discapacidad que participa en esta iniciativa. Antes del estado de alarma acudía, a través de la Fundación Adecco, a diferentes talleres de empleo para mejorar sus posibilidades de encontrar trabajo. Concretamente, es una de las beneficiarias de la escuela de arte y comunicación Ítaca, dentro de la cual participaba en el programa de radio “Gigantes” y en el proyecto de teatro “Empleario”. De hecho, recientemente había conseguido empleo, a través de la Fundación Adecco, precisamente en un teatro, donde trabajaba como auxiliar de sala.
El confinamiento le ha obligado a interrumpir estas actividades y su rutina ha cambiado drásticamente. Vive sola. En su día a día se levanta, recoge la casa, desayuna y se prepara una oposición para auxiliar de servicios. Si bien destaca que “dentro de lo que podemos hacer, seguimos haciendo muchas cosas con la Fundación Adecco y mis consultores, Vanessa y Jordi, siguen trabajando para que lo llevemos lo mejor posible. Se preocupan por todos y estoy muy agradecida”.
La llamada del voluntariado, supone un soplo de aire fresco en su día a día: “me hace mucha ilusión cuando suena el teléfono. Me llama un chico, Manuel, que me transmite mucha fuerza y motivación para seguir adelante. Hace ilusión hablar con otra persona que tiene cosas en común contigo y que se preocupa por cómo estás, si necesitas algo, si te hacen la compra, cómo estás de ánimos… Si estoy baja, como el otro día, él me intentaba sacar conversación para que me distrajera un poco. Me entiende y me comprende y para mí es súper enriquecedor”.
Laura es otra de las beneficiarias con discapacidad. Antes de la llegada del coronavirus participaba en talleres de entrenamiento de habilidades para el empleo a mediante la literatura y teatro, a través de la Fundación Adecco.
Con la situación actual, estos talleres presenciales han cesado y Laura se queda todo el día en casa, sin ninguna ocupación. Para que esta situación no altere demasiado sus hábitos y avances, una voluntaria, María Elena, le llama todos los días, de lunes a viernes, para ver cómo está y charlar un rato con ella. “María Elena es encantadora. Además es de mi pueblo: lo descubrimos el primer día que hablamos. No nos conocíamos de antes pero hemos quedado en tomarnos un café después de esto.
Los temas de conversación no tienen un patrón único y tampoco es lo importante, ya que de lo que se trata es de estar un rato distendido en compañía y saber cómo se encuentra. “Con María Elena suelo hablar de todo: de su trabajo y del día a día. Es muy positiva y me transmite mucha alegría. Por ejemplo me dice que haga cosas para moverme, como bailar. Y yo intento hacerle caso” afirma Laura.
Al mismo tiempo, sigue reforzando su formación para el empleo a través de videoconferencias semanales con sus consultores de Fundación Adecco, que realizan con ella un seguimiento cercano. En estas reuniones online también tiene la oportunidad de reunirse con sus compañeros de teatro y recordar anécdotas de los ensayos: “me daba mucha vida el bajar a Madrid y hacer teatro con mis compañeros”.