Antón Alcibar se lanza con la publicación de Dogma, el origen del cambio climático a poner en cuestión todo lo que hoy se da por bueno del conocimiento científico. “La esencia de éste es la aceptación de que la ciencia siempre está equivocada” comienza enunciando.
¿Es posible que el calentamiento global sea consecuencia de un error concreto de la ciencia del siglo XIX que sigue vigente hoy? ¿Serían capaces de calcular el coste, o tal vez el beneficio, de ese error? ¿Existe relación entre la calidad de una democracia y la calidad del conocimiento?
Basándose en científicos como Kuhn o Feynman, el libro trata de abrir un debate en el que se plantea que la ciencia fue manipulada para poder perpetuar el sistema social del siglo XIX
Pero no es la primera vez que se habla de esto. Dickens, en su Sociedad Mudfog para el avance de todo, una parodia que no es del todo conocida en castellano, dejó en 1838 constancia de que “el pasado mes de octubre nos otorgamos el inmortal honor de reflejar, a un coste enorme y con unos esfuerzos sin precedente en la historia del periodismo, los actos de la Sociedad Mudfog para el Avance de Todo, que en este mes celebró su primera gran reunión anual para maravilla y deleite de todo el imperio”. Dos décadas después, se impuso el dogma, algo que hoy se mantiene.
Pero, ¿cuál sería el dogma? El trabajo y el calor son los medios por los que se produce la transferencia de un sistema a otro. La transferencia de energía permanece constante.
Partiendo de esta base, en el paradigma termodinámico solo calor y trabajo son unidades de medida, estableciendo así un sistema económico que, basándose en la máquina de vapor, cuantificaba el valor del carbón, del trabajo mecánico, del salario de los trabajadores del sector… imponiendo un sistema monetario más interesante en Inglaterra que cualquier otro modelo conocido. Al cuantificar la retribución al capital, se fijaba no solo el salario minero sino el del trabajador agrícola, el del ganadero o el del propietario de tierras. “Si Newton estableció el patrón oro, Kelvin lo hizo con el patrón calor” explica Alcibar.
En definitiva, un libro que interesa a científicos, periodistas y a cualquier lector interesado en el mundo de la energía y el clima, pero también a quienes tratan de comprender el entorno económico que rodea el actual medioambiente. Porque según lo escribe Antón Alcibar, es accesible para todos.
Detrás de su autoría están dos generaciones que han investigado a fondo la energía, avalando sus teorías con patentes que incluyen la válvula de bola, el motor de plasma, la geometría del átomo y la relación entre ésta y las ondas. Un panel de conocimiento capaz de poner, de nuevo, patas arriba lo dado por bueno y establecido como ya hizo en Reversión, su anterior trabajo.