El arquitecto Alberto Campo Baeza recibió el Premio de Honor a la Trayectoria Profesional del Colegio Oficial de Arquitectos de Castilla–La Mancha (COACM), en reconocimiento a una carrera marcada por la coherencia, la excelencia constructiva y una profunda labor docente y teórica. Maestro de la luz y defensor de una arquitectura racional y poética, Campo Baeza es una de las figuras más influyentes de la arquitectura contemporánea

En reconocimiento a su extraordinaria trayectoria, el arquitecto Alberto Campo Baeza fue galardonado con el Premio de Honor a la Trayectoria Profesional en la II edición de los Premios de Arquitectura y Urbanismo de Castilla–La Mancha, organizados por el Colegio Oficial de Arquitectos de Castilla–La Mancha (COACM).

El jurado, a propuesta de la Junta de Gobierno del COACM y por unanimidad, destacó «la sólida coherencia en sus distintas facetas como arquitecto universal, la alta calidad de su obra construida, su extensa y ejemplar labor docente, y su producción escrita, que transmite con claridad las ideas esenciales del proceso creativo en arquitectura».

La decana del COACM, Elena Guijarro, junto al vicepresidente de la Junta de Comunidades, José Luis Martínez Guijarro, fue la encargada de entregar el galardón, en un acto cargado de emoción y reconocimiento, en el que Campo Baeza expresó su gratitud con humildad, concisión y racionalidad, rasgos que caracterizan su personalidad y también su obra arquitectónica: «Los premios son un regalo, fruto de la generosidad de quienes los otorgan más que del mérito de quien los recibe». Sin embargo, en este caso, y según explica Elena Guijarro, «para el Colegio es un honor distinguir a quien es uno de los arquitectos más importantes, no ya de España, sino del mundo, en quien se cumple la máxima de la proporcionalidad directa entre su humildad y su genialidad». En este sentido, el premiado de honor del COACM afirma, de nuevo con modestia y con franqueza, que «no he hecho dinero con la arquitectura, pero sí creo que tengo un prestigio, que siempre digo que no merezco».

Fueron muchos los arquitectos que se acercaron a saludarle. En lugar de incomodarle, Baeza tuvo un momento para todos ellos, correspondiendo «a la generosidad y el cariño con el que se dirigieron a mí».

Campo Baeza tiene una estrecha vinculación con Cuenca, ciudad que define como «preciosa, con una situación física y geológica privilegiada», y a la que le une una historia personal vinculada al pintor Fernando Zóbel, al aún activo Gustavo Torner y al arquitecto Julio Cano Lasso, quien fue parte fundamental del grupo artístico conquense.

Una arquitectura de la razón y la belleza
Alberto Campo Baeza ha defendido siempre una arquitectura basada en la razón, en la belleza sobria y en la proporción. Citando a Vitruvio y a Platón, subraya que «la belleza es el reflejo de la verdad» y que «la arquitectura debe ser racional, estar bien construida y ser capaz de emocionar». Agradecido con su profesión, afirma que los arquitectos «tenemos la suerte de poder construir nuestros sueños, en el buen y racional sentido de la palabra, porque no nos podemos permitir estupideces. Un pintor, sí, porque no hace daño. Un arquitecto, aun siendo un creador, siempre necesita ir de la mano de la racionalidad». Al fin y al cabo, sus sueños se acaban por convertir en realidades que prestan un servicio a los demás.

Sus obras, tanto las más modestas como las más ambiciosas —siempre se ha mostrado partidario de que la buena arquitectura llegue a todo el mundo—, parten de ideas claras y profundamente pensadas. Entre ellas, no sin esfuerzo, y quizá algo saturado de que lo pongan en la tesitura de la elección, si bien siempre extraordinariamente amable, destaca proyectos como la Caja de Granada, «construida con libertad y rigor después de haber ganado el concurso», o la Casa del Infinito en Tarifa, «una plataforma de travertino al borde del mar que se funde con la arena y evoca la presencia romana en la playa de Bolonia».

Uno de los pilares fundamentales de su obra es el uso de la luz, y del silencio, como elementos arquitectónicos esenciales. Campo Baeza lleva transmitiendo este concepto a sus alumnos durante sus más de 50 años de docencia. «Todo arquitecto es arquitecto de la luz. Es un ingrediente ineludible, que no cuesta dinero y que puede convertir un espacio en poesía», explicó. Para él, la arquitectura debe ser «poética, sobria, sencilla, directa, económica y capaz de llegar a todos».

Campo Baeza es partidario de que todos estos valores de la arquitectura contemporánea —la suya y la de los demás— deben ser preservados. «Esta es una labor, entre otras instituciones, de los colegios de arquitectos. En mi caso, tengo varias obras reconocidas en DOCOMOMO, y lo agradezco».

Convencido del valor de la enseñanza, afirma que «quien enseña, aprende más que enseña» y reivindica la claridad como condición indispensable para arquitectos, filósofos, profesores y periodistas. Ha sido catedrático de Proyectos Arquitectónicos en la ETSAM durante décadas, y su vocación docente se ha extendido a instituciones como la ETH de Zúrich, la Universidad de Pennsylvania o la American Academy in Rome.

Toda esta perspectiva internacional le hace afirmar que la arquitectura española está en un excelente momento. «Hay un grupo de arquitectos, mayores que yo, otro de contemporáneos y también más jóvenes, todos ellos excelentes. El profesor más prestigioso de la Universidad de Columbia, Kenneth Frampton, proclama sin rubor que la Escuela de Arquitectura de Madrid es la mejor del mundo. Y yo estoy de acuerdo. Enseña todas las materias con rigor y profundidad. Por lo tanto, hay ya muchas generaciones de arquitectos españoles extraordinariamente bien formados. El resultado es una arquitectura de primer orden».

Mirada al futuro digital y global
Campo Baeza, que ha donado toda su documentación a la biblioteca de la ETSAM, previa copia digital, ve en este entorno una herramienta poderosa, siempre que se utilice con racionalidad. Plenamente activo a sus 78 años, se le puede encontrar desde primera hora de la mañana y hasta bien entrada la tarde en su estudio de Madrid. Actualmente, trabaja en un edificio de oficinas en Miami y conserva intacta su ilusión por seguir construyendo. «Este mismo cliente me ha asegurado que podré construir un proyecto innovador: un rascacielos en Nueva York con fachadas de pantallas transparentes. Las fachadas han sido históricamente vehículos de comunicación. ¿Qué mejor símbolo hoy que una pantalla?», reflexiona.

Premiado con la Medalla de Oro del CSCAE, el Premio Nacional de Arquitectura y el International Fellowship del RIBA, Campo Baeza es autor de ensayos fundamentales como La idea construida, Pensar con las manos y Quiero ser arquitecto. Su obra ha sido expuesta en instituciones como el Crown Hall de Chicago, el MAXXI de Roma o la Basílica Palladiana de Vicenza.
Finalmente, el premiado de honor del COACM envía un mensaje a los jóvenes: «Que sigan estudiando, trabajando, que cultiven la pasión y el conocimiento. Esta es una profesión maravillosa que exige mucho, pero también devuelve mucho. A mi edad, soy plenamente consciente de que es maravilloso poder seguir estudiando y aprendiendo cada día».

Los comentarios están cerrados.

© 2025 revistanegocios.es | Todos los derechos reservados

Este sitio web utiliza cookies. Si continúa utilizando este sitio, estará aceptando nuestro uso de cookies. 

Exit mobile version