Los riesgos de contagio por coronavirus derivados del uso del transporte público han reabierto el debate sobre la ampliación de aceras y la creación de nuevas calles peatonales en las ciudades. Madrid, Barcelona, Valladolid, Sevilla o Valencia son algunas de las que han anunciado o acelerado sus planes de peatonalización con la presentación de proyectos, licitación de obras o simplemente mediante el pintado de las vías para segregarlas del tráfico rodado. Ahora bien, ¿cuál es el grado actual de peatonalización de las grandes urbes?, ¿necesitan todas, el mismo impulso? La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), en colaboración con Datadista, ha calculado el porcentaje de peatonalización de diez grandes ciudades (Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Zaragoza, Málaga, Palma, Las Palmas, Bilbao y Valladolid), dividiendo la longitud de sus calles peatonales entre la longitud de sus vías urbanas totales.
Según el estudio, Bilbao (20%), Barcelona (18%) y Valencia (18%) son las ciudades con un mayor porcentaje de vías y ejes peatonales respecto al resto de calles. Mientras que Madrid y Palma apenas suman un 4%. Es decir, mientras que en Bilbao, uno de cada cinco kilómetros de vía pública es totalmente peatonal, en la capital de España apenas lo es uno de cada veinticinco… Cinco veces menos. Curiosamente, las ciudades con un alto porcentaje de peatonalización, como Barcelona, Valencia y Sevilla son también las que reúnen una mayor ratio de kilómetros de carril bici, según un reciente estudio publicado por OCU (más información en este enlace), lo que revela una mayor implicación por las políticas de movilidad sostenible.
OCU considera que la peatonalización debe ser un pilar fundamental de las políticas municipales de movilidad sostenible y salud pública. Primero, porque es una medida básica para la pacificación del tráfico. Segundo, porque contribuye a reducir la contaminación y el ruido. Y tercero, porque, en las circunstancias actuales, reduce el riesgo de contagio, ya que facilita los desplazamientos al aire libre y la separación entre los peatones. Por eso OCU propone aumentar la amplitud de las aceras, así como el porcentaje de calles peatonales, tanto en el centro de la ciudad como en el extrarradio, siempre y cuando se facilite el acceso a los vehículos de los residentes, se impulse el transporte público y los carriles bici en las calles aledañas, y se limite el uso comercial de las aceras en favor de un uso lúdico y cultural.