Cada minuto, se comercializan un millón de botellas de plástico en todo el mundo, un material cuya descomposición puede tardar hasta 450 años, o incluso 1.000 años si no está expuesto a la intemperie.
Más del 90% de los plásticos producidos globalmente se derivan de combustibles fósiles, y el 42% se destina al envasado de alimentos y productos manufacturados, generando una utilización excesiva de un solo uso. A pesar de que desde 2006 el reciclaje de residuos de este tipo se ha duplicado en Europa, aún persiste la preocupación, ya que el 25% de estos desechos terminan en vertederos.
En 2018, la producción global de este material alcanzó los 359 millones de toneladas, cifra equiparable al peso aproximado de la población mundial. España, como el cuarto productor de plástico en la Unión Europea, afronta el desafío del reciclaje, con solo el 30% de los productos reciclados en el país, según datos de Greenpeace.
En este contexto tan apremiante, los envases compostables son una alternativa prometedora en la búsqueda de soluciones sostenibles para reducir el impacto ambiental. Son fabricados con materiales orgánicos renovables como el almidón de maíz, la caña de azúcar o el bambú, ofrecen una serie de características distintivas que los diferencian de los tradicionales y los hacen una opción atractiva para consumidores y empresas comprometidas con la sostenibilidad.
Una de las principales características es su capacidad para descomponerse completamente en condiciones de compostaje industrial o doméstico. A diferencia de los envases biodegradables, que pueden tardar años en descomponerse y pueden liberar toxinas durante este proceso, estos se desintegran en materia orgánica, agua y dióxido de carbono, sin dejar residuos tóxicos ni microplásticos en el medio ambiente.
Otra característica importante es su versatilidad. Pueden adaptarse a una amplia gama de productos y aplicaciones, desde embalaje de alimentos y bebidas hasta cajas de cosméticos y productos de cuidado personal. Además, pueden tener las mismas propiedades de resistencia y durabilidad que los convencionales, lo que los hace adecuados para su uso en diversas industrias y aplicaciones.
“La reducción de plásticos de un solo uso es una prioridad. No hay que cambiar de la noche a la mañana, pero hay que tomar conciencia y dar el primer paso”, comentan en Ibiza Eat Green
También ofrecen beneficios ambientales adicionales. Al estar hechos de materiales renovables y biodegradables, ayudan a reducir la dependencia de los combustibles fósiles y a disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas con la producción y eliminación de plásticos convencionales. Asimismo, al descomponerse en compost, pueden convertirse en un recurso valioso para la agricultura, mejorando la calidad del suelo y reduciendo la necesidad de fertilizantes químicos.
En cuanto a la diferencia entre los biodegradables y compostables, es importante destacar que si bien ambos tipos se descomponen en el medio ambiente, el proceso y el resultado final son distintos. Los biodegradables pueden descomponerse en cualquier entorno, desde vertederos hasta océanos, y pueden tardar años en descomponerse completamente. Además, algunos pueden dejar residuos tóxicos o microplásticos durante el proceso de descomposición.
Por otro lado, los compostables requieren condiciones específicas de compostaje para descomponerse de manera eficiente y segura. Estos deben compostarse en instalaciones especializadas, donde se controlan la temperatura, la humedad y otros factores para garantizar un proceso de descomposición adecuado. Como resultado, se descomponen más rápidamente y sin dejar residuos tóxicos ni microplásticos, produciendo compost de alta calidad que puede utilizarse como fertilizante orgánico en la agricultura.
Los envases compostables ofrecen una solución sostenible y eficaz para reducir el impacto ambiental de los residuos plásticos. Con su capacidad para descomponerse completamente en compost y sus beneficios ambientales adicionales, se están convirtiendo en una opción cada vez más popular para empresas y consumidores que buscan alternativas sostenibles a los envases convencionales.