Al igual que el led ha revolucionado considerablemente el mundo de la electricidad y se ha asumido con gran acogida gracias a la relevancia que ha tenido en la nueva conciencia medioambiental, es ahora el mundo de la transición energética el que está buscando una nueva fórmula que lleve a dar el salto a la verdadera sostenibilidad y optimización de recursos.
Hasta ahora, la combustión se realizaba con procedimientos basados en la física en las que la regulación de presión y la temperatura de la cámara de combustión hacía que los derivados del petróleo consiguieran una combustión espontánea.
Sin embargo, una patente española del año 2014 planteaba un nuevo escenario: el motor de plasma.
Su utilización tendría una repercusión ecológica sin precedentes.
¿Qué es el motor de plasma?
Se trata de la patente ES 2463290 que permite dos aplicaciones, un motor convencional de automóvil capaz de elevado rendimiento o un acumulador de plasma.
Según su creador, “el acumulador de plasma introduce gases derivados del petróleo en un reactor parecido a una bombilla fluorescente y obtiene electricidad gracias a un proceso de ionización gaseosa similar al empleado en iluminación”.
El avance de la electrónica, que ya comenzó en 1800 con el estudio del espectro electromagnético (esto ha permitido grandes avances en medicina y ciencia, entre ellos el ADN), permite gestionar los miles de voltios que aparecen en la combustión, manejando gases en estado de plasma, es decir ionizados.
Esa zona de plasma de la que habla se encontraría situada entre las frecuencias 1016 y 1018, es decir, en una escala aproximada de longitud de onda entre las moléculas y átomos, con una escala 1 MWh electromagnético = 10.000 MWh joule.
Sin duda, un nuevo escaparate de la biotecnología y del nuevo sector energético que resolvería de forma clara la dependencia y necesidad de petróleo a favor de nuevas fórmulas que resolverán la adaptación de la civilización con el planeta de una forma sostenible, duradera y ecológica.