Cuando la gente se pone a dieta suele preguntar solo por la parte física de este proceso y la que concierne a la alimentación, la comida que se come, la comida que no se come, grasas, carbohidratos, calorías, nutrientes, macronutrientes, etc. que se consumen durante la duración de la dieta
Posiblemente, también se piensa en el nivel de actividad física, para apuntarse al gimnasio o salir a caminar todos los días de la semana. Sin embargo, la mayoría de no piensa ni considera las implicaciones psicológicas que puede tener el cambio de dieta.
Contar con la ayuda de un psicólogo y dietista nutricionista puede ser un punto clave a la hora de intentar adelgazar. No es de extrañar cuando se sabe que a veces la comida, los antojos e incluso la sensación de hambre, no solo tienen un origen físico, sino que también puede ser emocional.
Tener una comprensión más profunda de los comportamientos, pensamientos y emociones que se tienen en relación con la comida puede ayudarnos a saber por qué se gana peso, cómo bajar de peso, cómo conseguir una mejor relación con la comida, etc.
La psiconutrición implica no solo contar con un psicólogo que realiza una terapia individual, sino que también se realiza un trabajo interdisciplinario entre nutricionistas y profesionales de la psicología -normalmente especializados en psicología alimentaria-.
Es el trabajo y la unión de estos dos profesionales, en conjunto, lo que ofrecería el tratamiento conocido como psiconutrición. El profesional de la psicología le ayudará a conocer su historia en relación con la alimentación, las creencias irracionales que tiene, si esta pasando por un momento de ansiedad o depresión, la imagen corporal, las implicaciones emocionales que tiene su peso y la idea de perder peso, etc.
Contar con la participación de un psicólogo en el control nutricional no solo ayudará cuando existan trastornos como la anorexia o la bulimia, sino que ayudará a detectar otros problemas que pueden ser más difíciles de detectar, pero que afectan a la alimentación.
Entre ellos se encuentran el hambre emocional, pero también la ingesta compulsiva, los atracones, el rechazo del propio cuerpo o una autoimagen distorsionada, la tendencia a hacer dietas de forma crónica, etc. Al detectar estos problemas, es más fácil que el nutricionista ofrezca una dieta ajustada a todas las necesidades.
Además, los psicólogos ayudarán no solo a detectarlo, sino a obtener las herramientas necesarias para manejar y controlar esos problemas. Se ayudara a mejorar la relación con y el cuerpo, al mismo tiempo que mejoran la relación con la comida.
No es de extrañar, por tanto, que muchos centros nutricionales estén incorporando a su equipo psicólogos especializados en alimentación, para poder realizar un trabajo multidisciplinar.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la obesidad y el sobrepeso como esa acumulación anormal o excesiva de grasa que podría ser perjudicial para la salud. Se utiliza para medir de forma simple a través del Índice de Masa Corporal (IMC). El índice de masa corporal es el peso de una persona en kilogramos dividido por el cuadrado de su altura en metros. Con estos datos, si el IMC es superior a 30 se considera que la persona padece obesidad y si es igual o superior a 25 que esta persona tiene sobrepeso. Para el caso de las mujeres se considera obesidad cuando este índice supera los 35.
Aprender a adelgazar con salud tiene que ser un tema fundamental para prevenir posibles complicaciones de espalda en las personas con sobrepeso. Tanto el sobrepeso como en el anciano medido la obesidad son factores de alto riesgo para el desarrollo de enfermedades crónicas como la diabetes, el cáncer o distintas enfermedades cardiovasculares como la hipertensión. Además de diversas implicaciones psicológicas como pérdida de autoestima, bajo autoconcepto, discriminaciones sociales o pérdida de relaciones interpersonales o incluso que deriven en algún trastorno de la alimentación o del consumo.
La psiconutrición es el área de estudio que examina la relación entre los patrones de ingesta dietética y de nutrientes, y el estado de ánimo, comportamiento y salud mental. Los profesionales de la salud mental ya abordan los componentes psicológicos, cognitivos, psicosociales, cognitivo-interoceptivos y conductuales de la salud mental positiva. Sin embargo, el modelo de atención médica actual no considera que los patrones de ingesta dietética contribuyan al aumento de los problemas de salud mental en todo el mundo.
La psicología nutricional implica guiar a las personas a través de un proceso que desarrolla sus habilidades perceptivas, cognitivas y psicológicas y la comprensión de cómo sus patrones de ingesta dietética pueden estar contribuyendo a cómo se sienten. El objetivo de este proceso es aumentar la conciencia sobre las elecciones de alimentos que apoyan la salud mental. En caso de que surja la necesidad de intervención o diagnóstico durante este proceso, se puede indicar a las personas que busquen ayuda de un proveedor de atención médica calificado.
La psiconutrición está alineada con los principios de Salud Integrativa y es una vía para que los proveedores de salud mental participen más en el movimiento de salud integradora.
La salud integradora es el movimiento en la atención médica hacia un enfoque holístico centrado en el paciente. El objetivo principal de este movimiento consiste en tratar al paciente como una persona completa, en lugar de simplemente como una constelación de síntomas. La filosofía central de este movimiento es que cada paciente representa un conjunto de influencias único, complejo y entretejido que afecta la funcionalidad intrínseca de ese individuo. Por lo tanto, cada una de estas influencias debe abordarse para lograr el bienestar.