Miryam Briz
TOKIO, LA CIUDAD DE LAS POSIBILIDADES INFINITA
Tokio, capital de Japón, una metrópoli que cada año atrae a millones de turistas. Actualmente, es considerada la ciudad más poblada del mundo. Su centro urbano, con sus 23 barrios, ocupa un tercio de la urbe con una población que supera los 13 millones de habitantes. Esta área es lo que se conoce internacionalmente como la ciudad de Tokio, un destino que ofrece infinitas posibilidades que van desde lo más tradicional a lo más futurista. Aquí, las últimas tecnologías brillan junto a los más antiquísimos templos y los más espectaculares rascacielos se elevan sobre magníficos altares. Y es que la capital nipona podría describirse como la ciudad de los grandes contrastes.
Visitar Tokio es un placer en cualquier época del año. Lo mejor para empaparse de su cultura y sus sorprendentes costumbres es recorrer sus barrios y perderse entre sus calles. En la parte más central de esta gran ciudad se encuentra el distrito de Ginza, una de las zonas más ostentosas de la ciudad. No en vano, es conocida como la Quinta Avenida de Tokio. Aquí tienen cabida toda clase de tiendas de alto standing y algunas de las marcas internacionales más exclusivas. Es en el corazón de la ciudad donde también se encuentra el Palacio Imperial, residencia oficial del Emperador de Japón. Su interior sólo puede ser visitado dos días al año: el 23 de diciembre (cumpleaños del Emperador) y el Año Nuevo, pero aun así merece la pena disfrutar de sus impresionantes jardines y el imponente foso que rodea la residencia imperial.
Muy cerca de los enormes rascacielos de Ginza se encuentra el mercado de Tsukiji, la lonja de pescado más grande del mundo y una de las visitas más populares de Tokio. Se venden 450 especies distintas de pescados y mariscos: se pueden encontrar desde pequeñas almejas hasta atunes de 300 kilos de peso; desde las algas más baratas para hacer sushi hasta el caviar más caro. Todo producto que salga del mar está en venta en este mercado. Son famosas sus subastas de atún que se celebran en la madrugada, aunque su acceso es restringido y conseguir una plaza muy complicado para los turistas.
Uno de los elementos representativos de esta ciudad es la Torre de Kioto inspirada en la Torre Eiffel parisina (pero en versión rojiblanca) aunque mide 13 metros más que el monumento francés y pesa la mitad gracias a los avances tecnológicos del acero. A su lado se encuentra el Templo Jojozi cuya característica más llamativa son los cientos de estatuas de piedra que lo rodean y que representa a niños que han perdido la vida prematuramente o que ni siquiera llegaron a nacer. Es en este barrio, el del Shidome, donde se pueden visitar los jardines de Hama-rikyu, una extensa área de 250.000 metros cuadrados con miles de árboles y arbustos de todo tipo y rodeados de estanques en los que conviven diferentes especies de peces.
Otro de los pulmones verdes de la ciudad es el Parque de Ueno en el distrito de Taito. Cada año miles de japoneses se dan cita en él para disfrutar de la floración de los cerezos, un auténtico espectáculo de la naturaleza. No sólo es un lugar para relajarse y disfrutar, sino también para entretenerse y aprender ya que dentro del recinto hay cuatro museos, un zoológico (cuya principal atracción son los osos panda) y varios templos y santuarios. Muy cerca de este parque se encuentra uno de los mercados callejeros más pintorescos del mundo: Ameyoko, una calle de apenas 400 metros en la que se apilan más de 500 tiendas donde encontrar todo lo imaginable.
En Tokio es posible pasar de la tranquilidad al bullicio casi sin darse cuenta. Y es que las luces de neón son también una de las imágenes más características de esta urbe. Una estampa que podemos encontrar en Akihabara, conocida como la Ciudad de la Electrónica, el epicentro
tecnológico del país. Aquí se consiguen los últimos adelantos de la electrónica: desde componentes y videojuegos a teléfonos, cámaras, consolas y televisores de última generación. Entre las pequeñas tiendas y las cadenas como Sofmap y Laox se alzan grandes centros comerciales. Uno de ellos es el Yodobashi Electronics Store, un edificio de nueve plantas donde se venden productos de electrónica e informática libres de impuestos. Desde hace unos años esta zona es también conocida como el Paraíso de los Otaku (aficionados al manga y al anime). Hay muchísimas tiendas dedicadas a este fenómeno con figuras de acción y toda clase de objetos coleccionables. Las tiendas temáticas alternan con los Manga Kissa, cafés donde se pueden leer comics, y los Maid Cafes, donde las camareras están vestidas como famosos personajes de anime (cosplay).
Otra frenética zona comercial es Shibuya. Es el barrio de la moda, la diversión, las discotecas, karaokes, salas de juego… Pero también es el barrio en el que se encuentra el cruce más famoso del mundo: cinco pasos de cebra sincronizados que permiten al peatón cruzar en cualquier dirección. Por él pasan cada día miles de personas. Según algunas evaluaciones, en cada señal verde de 47 segundos transitan unas 3000 personas por el cruce, en horas punta. Eso sí, a pesar de la masificación no hay empujones ni tropezones. Los japoneses son muy educados en este sentido y les gusta respetar el espacio con los demás. A pocos metros de este cruce se encuentra la famosa estatua de Hachiko, un perro de la raza Akita que cada día iba a la estación a esperar que su dueño saliera del trabajo y siguió haciéndolo durante casi 10 años tras la muerte de su amo. Cuando Hachiko falleció, no sólo le dedicaron esta estatua, sino que se momificaron sus restos y hoy pueden ser visitados en el Museo Nacional del Parque Ueno.
En las proximidades de Shibuya se encuentra Harajuku, un barrio que es puro contraste, el preferido por las tribus urbanas más extravagantes de Tokio. La calle principal es Takeshita dori en la que hay toda clase de tiendas de ropa, de cosplay y de merchandising de grupos musicales. El lado totalmente opuesto es la avenida de Omotesando, conocida como los Campos Elíseos de Tokio, un paraíso para el shopping de alto standing. En esta zona también es posible visitar el Parque Yoyogi que fue elegido para albergar algunas de las instalaciones de los Juegos Olímpicos de 1964, concretamente en él se construyeron la Villa Olímpica y el Gimnasio Olímpico que volverán a ser usados en las Olimpiadas de 2020. Destaca también en su interior el Santuario de Meiji erigido en honor al Emperador Meiji y su esposa. Impresiona por su gran extensión y las 70 hectáreas que lo rodean y que lo convierten en el perfecto remanso de paz para disfrutar de unas horas de tranquilidad.
A lo largo del río Sumida se encuentra Asakusa, el barrio más tradicional de Tokio famoso por sus templos. La entrada a esta zona se hace a través de la antigua puerta Kaminarimon, «la puerta de los truenos», de la que pende el farolillo más grande del mundo de cuatro metros de altura. Está escoltada por dos esculturas de madera de los dioses del viento y el trueno. Entre esta puerta y la de Hozomon se extiende una de las calles comerciales más antiguas de Japón, Nakamise dori en la que se ubican numerosas tiendas con frentes llamativos que venden kimonos, abanicos, sembei (galletas de arroz) y dulces típicos, muñecas japonesas, faroles chinos y toda clase de souvenirs. Como colofón nos encontramos con el Templo de Sensoji, el más antiguo y colorido de Tokio que es visitado anualmente por unos 30 millones de personas. Está dedicado a la Diosa Kannon cuya estatua se alberga en el interior, aunque nunca ha sido mostrada al público. En esta zona es también curiosa la calle Kappabashi, famosa por sus tiendas en las que se venden réplicas de comida en cera, y el Asahi Beer Hall,
sede de la famosa marca de cerveza japonesa cuya construcción simula una jarra de esta bebida.
Odaiba es otra de las visitas obligadas en Tokio. Esta isla artificial, que alberga una réplica de la Estatua de la Libertad, se conecta a la ciudad a través del Rainbow Brigde, un puente de 570 metros de largo que cuenta con dos niveles por los que pueden pasar coches, trenes y peatones. Entre los muchos centros comerciales destaca el Aqua City, con siete plantas, donde se puede visitar el Legoland Discovery Center y el Museo de Cera Madame Tussauds. Otro de los grandes atractivos de la zona es el Edificio Fuji TV coronado por una impresionante esfera que hace las veces de mirador y desde donde se pueden conseguir las mejores vistas del Skyline de Tokio. Tampoco podemos olvidarnos de subir a Ferris Wheel, una noria de 115 metros de alto con cabinas vidriadas que permiten ver toda la Bahía de Tokio desde lo alto; ni de visitar el Diver City donde el protagonista es una recreación a escala de Gundam, famoso personaje de series anime, o el Oedo Onsen Monogatari, una especie de parque temático de balnearios.
Tokio es de esas ciudades que ofrecen tanto que ver que incluso puede llegar a asustar. Pero también tiene su parte positiva: siempre tendremos cosas que conocer y si no nos da tiempo a visitarlo todo, tendremos la excusa perfecta para volver.
TOKIO Y SUS CURIOSIDADES
Tokio, al igual que todo Japón, es una ciudad llena de curiosidades. Tanto es así que, por ejemplo, en alguna de sus calles podemos encontrarnos con bares en lo que no solamente podremos tomas algo sino también jugar con los perros y gatos que forman parte de los locales. Incluso si lo deseamos, podemos alquilar estas mascotas por horas. Esta es una manera que los tokiotas tienen para poder disfrutar de un animal de compañía ya que la falta de tiempo y sus pequeños apartamentos les impiden tener uno propio.
Otra de las cosas que llama la atención en esta ciudad es lo extremadamente silenciosos que son sus habitantes. Tanto que hay lugares como el metro o el tren en los que está prohibido hablar por teléfono.
La ley del tabaco también asombra a muchos turistas. Mientras hay calles y parques en los que fumar no esta permitido por el riesgo de quemar a alguien, hay lugares como los restaurantes donde esta medida no se aplica.
Curiosa es también la afición por las máquinas de refrescos: en Tokio podemos encontrar una cada 12 metros, con todo tipo de bebidas, y lo mejor de todo es que su precio no es superior al de cualquier establecimiento comercial.
Tampoco debemos desperdiciar la oportunidad de un Onsen, los populares baños termales de la ciudad. Están separados los de los de mujeres puesto que se accede a ellos desnudos. Eso sí, si tienes un tatuaje olvídate de relajarte aquí ya que tendrás prohibido el acceso. Es la manera que tienen de evitar que en ellos se citen miembros de la mafia japonesa.
Y una de las que quizá más sorprende es la figura de los “empujadores” que podemos encontrar en las estaciones más concurridas de Tokio. Se trata de personas que ejercen como asistentes y que, literalmente, se encargan de empujar a la gente a los trenes llenos durante la hora punta. Sin duda, una aventura no apta para quienes sufren claustrofobia.