Se ha celebrado en el Centro Cultural de Tamajón. En 2024 han participado cuatro grupos: Los cencerrones de Cantalojas, la Ronda de Azuqueca, la Ronda de Atanzón y la Ronda La Calandria de Cifuentes. Juntos, y gracias a la emotiva hermandad y amistad que hay entre todas estas agrupaciones y los tamajoneros, fundieron el frío serrano dando lugar a un precioso día de Navidad y folclore. Comenzó en la Residencia Virgen de los Enebrales que estrena en estos días licencia de apertura para su ampliación
La niebla y el frío del día serrano, se fundieron ayer al calor de la amistad y al son de los villancicos, en el Centro Cultural de Tamajón. Poco antes de la doce de la mañana, cuatro rondas de amigos, y también de amigos de la villa serrana, llegaban al pueblo. Atrás, en el camino, quedaba el mal tiempo. Cuando los autobuses con los grupos llegaban al pueblo, lucía un sol radiante.
Lo primero que hicieron los visitantes fue acercarse a la residencia Virgen de los Enebrales de Tamajón, para llevar allí, a los mayores, la alegría de la Navidad. Con motivo de la celebración del certamen, el Ayuntamiento había programado un encuentro con los familiares de los residentes. Allí, el alcalde de Tamajón anunció que la primera fase de la ampliación del edificio, cuyas obras terminaron hace unos meses, ya tiene, por fin, todos los permisos administrativos para empezar a prestarles servicio.
La Ronda La Calandria de Cifuentes y la de Atanzón llevaron hasta allí, para celebrarlo, sus sones navideños. Los mayores los siguieron con sus aplausos. Incluso alguno de los residentes se arrancó con la jota. Fue un momento muy emotivo que a muchos de los presentes les puso un nudo en la garganta. «Como gobierno municipal, estamos muy satisfechos. Por fin, dejamos atrás el papeleo. Doy las gracias a todos los concejales del Ayuntamiento y a todos los vecinos del pueblo por darnos su confianza durante muchos años, y también a los oriundos de Tamajón. Sabemos que contamos con su apoyo y su reconocimiento», afirmó Eugenio Esteban.
Posteriormente, la alegría de la Navidad se trasladaba al Centro Cultural de Tamajón. Inaugurado en 2012, con la gran torre del reloj, que recuperó maquinaria adquirida por el Ayuntamiento en 1901, se llenaba por completo de tamajoneros y de vecinos de las cuatro localidades participantes: Cifuentes, Cantalojas, Atanzón y Azuqueca.
Los primeros en actuar fueron los Cencerrones de Cantalojas. Vestidos de pastores, se hicieron notar con su sonido característico, antes de empezar a cantar, liderados por el gran Antonio Garrido, un imprescindible del folclore provincial.
«Mientras tengamos salud y podamos, vendremos a Tamajón. Los jóvenes no nos siguen como quisiéramos, y nosotros nos hacemos viejos…», decía Garrido, que es un enamorado de la jota. «Son mis raíces. Con la dulzaina, en todos los pueblos donde he tocado, he metido la jota en las procesiones. Le bailaba al santo del lugar, y detrás de mí, se sumaban muchos hombres y mujeres de ese pueblo», contaba.
Garrido y su grupo llevaron la maravillosa tradición de los cencerrones de Cantalojas a Tamajón. «Siendo un niño, a partir del día 8 de diciembre, y hasta el 24, a eso de las ocho de la tarde, sonaban los cencerros de los pastores. Yo me asomaba al balcón y los venía venir. Dando la vuelta al pueblo, llegaban a la iglesia, y allí cantaban ‘La Pastorada’ y otros romances. Después, en la plaza, cantaban ‘La loba parda’. Entonces no estaban las calles arregladas. Cuando había barro, recorrían el pueblo en fila. Eran muy humildes. No tenían ni aun patatas para comer. En la taberna, cuando podían, pedían un cuartillo de vino. Y cuando no, se iban a sus casas después de todo aquello, con los pies llenos de agua y barro», contaba el cantalojeño. Esta costumbre se perdió en los años 70. Ahora se ha recuperado, en forma de certamen de villancicos, y ya no se pierde, puesto que, además, es Fiesta de Interés Turístico Provincial. Los cencerrones hicieron, en Tamajón, ‘La pastorada’, el ‘Recoge tomillo’ y un villancico llamado ‘Los pastores’, compuesto para ellos por Diego Pérez Pezuela.
A continuación cantaba la Ronda de Azuqueca. Su portavoz, Juan de la Cruz, el ‘Chuli’, explicaba que «Tamajón se porta siempre muy bien con nosotros. No es de esos conciertos o actuaciones con demasiada gente. Son pocos, pero lo aprecian mucho. Así, transmitimos más nuestra música», contaba. El propio Diego Pérez Pezuela es uno de sus integrantes desde el año 2003. Y, con otro de los villancicos compuestos por él, en este caso ‘El milagro de la Navidad’, llegaron al corazón de los agalloneros. «Relata el problema, o problemón, que tuvo esa familia, hace tiempo, cuando cayó enferma la hija de Diego. Su recuperación fue un milagro. Y eso es lo que contamos», seguía el ‘Chuli’. El centro cultural entero se emocionaba cuando escuchó cantar a los azudenses que la niña no quería otro regalo que volver a casa con los suyos. Además, ese milagro tiene que ver con Tamajón, porque los Perez-Pezuela, familia creyente, vinieron a Tamajón, a pedirle ayuda a la Virgen de los Enebrales. Los otros dos villancicos que tocaron fueron ‘Sucedió en Belén’, que habla del recorrido de la Virgen y San José el día que nació el niño, y ‘La Ronda de Azuqueca’, una jota en la que cuentan sus peripecias en Navidad.
El grupo está muy unido y es incombustible, pero el ‘Chuli’ lamenta que, hasta ahora, «no hayamos sabido incorporar a gente joven, como han hecho ya otras agrupaciones, como la de Chiloeches o la de Horche». Por último, y en nombre de sus compañeros, daba las gracias a Eugenio Esteban. «Es un fenómeno, y con nosotros, se porta de maravilla».
La Ronda La Calandria de Cifuentes llevó su alegría navideña, primero a las calles de Tamajón, y luego al Centro Cultural. «A todo el mundo en Guadalajara le decimos que, si quieren fuerte Navidad, lo mejor son nuestras zambombas», contaba Faustino Batanero. El grupo toma su nombre de una cuadrilla de amigos, que hace años se juntaba a beber, a comer y a cantar en Navidad. Juan Galán, el Calandria, era uno de sus más animosos integrantes, «que solo quería tocar el villancico típico de Cifuentes, ‘La Virgen Camina a Egipto'». Gracias a Faustino, se convirtieron en esta asociación, que es con la que recorren Guadalajara en Navidad. «Aunque no tenemos subvenciones, queremos seguir, y que esto se mantenga», añadía. En la actualidad son 22 integrantes, y cuentan con zambombas, acordeón, guitarra, huesos, palos, panderetas, castañuelas y hasta una losa de madera. «Con todo esto, hacemos ruido por las calles», explicaba el cifontino. Y, aunque recientemente han perdido a uno de sus integrantes más queridos, «ahora su viuda viene con nosotros». La Calandria mantiene todo el año su apuesta por el folclore. En Navidad cantan villancicos, pero han aprendido música y ahora se atreven con el tango, la jota y hasta con las habaneras. Ayer, como homenaje a Tamajón, cantaron un villancico serrano, el ‘Va caminando María’, y, por supuesto, ‘La Virgen camina a Egipto’. «Nos lo piden siempre. Y nosotros, encantados de cantarlo. En otros sitios no le cogen el tono. Lo puede cantar cualquiera, pero Cifuentes tiene su exclusiva», puntualizaba Faustino, que, para terminar subrayaba que Tamajon es uno de los pueblos más queridos por la Ronda cifontina. «Su alcalde se porta de maravilla con nosotros. Nos atiende y nos mima. Lo tenemos en el corazón», terminaba.
La Ronda de Atanzón tampoco ha fallado este año a su cita con la villa serrana. «Aunque el día esté malo, nosotros lo hacemos bueno. Aquí, en Tamajón, lo pasamos bien. Tenemos buena acogida. Es nuestro segundo pueblo. Estamos esperando que llegue el día de los villancicos para pasarlo con todos los tamajoneros, y con todos los hermanos de la Virgen de los Enebrales, que es nuestra Virgen también», decía ayer Valentín Pérez. Este año, la ronda ha cantado dos villancicos nuevos ‘Manuela’, recuperado de Aranzueque, y ‘Nacido en Atanzón’, escrito también por Diego Pérez Pezuela, que es hijo de Valentín, y dedicado a los parajes el pueblo. Por supuesto, el tercero fue la famosa ‘Ronda de Atanzón’.
Cada ronda, por cortesía del Ayuntamiento de Tamajón, se llevó un jamón, para compartir, al calor de la lumbre, cada uno en su pueblo. Y, además, como el certamen se celebró en horario de mañana, los cuatro grupos, y los tamajoneros, compartieron unas gachas, unas migas, unos somarros a la crema y unos choricillos a la hora de la comida. Los postres, por supuesto, fueron más villancicos y jotas cantados por todos los grupos.
Fuente Comunicae