La iniciativa biotecnológica ‘Bread4PLA’, desarrollado en parte por el centro palentino Cetece, opta a un premio Life como mejor proyecto
Ni el mejor de los milagros bíblicos especuló con la posibilidad de poder transformar el pan en un plástico que pueda ser utilizado en sus aplicaciones más habituales. Un logro reservado exclusivamente para la ciencia y en el que han trabajado cuatro entes investigadores de todo el mundo, entre los que se encuentra el equipo del Centro Tecnológico del Cereal (Cetece), que dentro del proyecto Life + de la UE, ha logrado transformar los residuos del pan industrial, sobre todo de pan de molde, en un plástico biodegradable en su totalidad, que pueda ser usado por la industria adroalimentaria.
El innovador trabajo ‘Bread4PLA’, ha conseguido crear un sistema de tratamiento de residuos que ha logrado cerrar el ciclo de vida de los productos de las industrias del pan y la bollería, ya que “con los sobrantes y desechos de la fabricación del pan se consigue genera un plástico que cuando se trata y moldea puede destinarse a envases y bandejas para otros nuevos productos”, comenta la responsable de I+D+i del Cetece, Ana Garcinuño.
La iniciativa de comenzar con esta investigación surgió de la iniciativa de varias fábricas de pan de molde sin corteza que “generan muchos residuos”. Todos ellos, acaban o en el vertedero o se emplean en la alimentación de animales y, de este modo, con este logro biotecnológico “se pretendía dar un valor añadido”.
A partir de ahí, comenzó un trabajo de más de cinco años, que ha conllevado la generación de este tipo de plástico. Según explica Garcinuño, el proceso se inicia con la transformación de los almidones propios del pan en unos ázucares que, más tarde, por medio de una fermentación llevan a convertirse en un ácido láctido que, polimerizado, pasa a ser un PLA (Ácido Poliláctico) que “es lo que se utiliza como materia prima para generar el plástico”. Su compañera de proyecto, Eva de la Gala, apuntan que, todo ello adquiere un forma de pequeños cubos que “se termoforma hasta que adquiere las diferentes aplicaciones para la industria”.
Los nuevos envases poseen unas propiedades muy similares a los que se obtienen a partir de los derivados del petróleo. En este caso, afirma Garcinuño, tienen unas particulares barreras al oxígeno y al vapor que “hace que sean más útiles paran productos con más grasas” como pueden ser pastas o mantecados. Además, también se ha logrado que tengan un vida útil de un año, una fecha similar a la de los actuales envases de propileno. Todo ello, ha logrado generar una serie de ventajas, además de las medioambientales, como reducir la rancidez del alimento envasado en ellas, explican las dos investigadoras del Cetece.
Un avance para las agroalimentarias
La innovación y las ventajas de este innovador desarrollo han hecho que empresas como Grupo Siro hayan puesto su foco de atención en él. Aunque, recuerda Ana Garcinuño, que por el momento sólo se ha podido desarrollar en un fase de laboratorio, “faltaría aplicarlo a la fase industrial, aunque ya hay plantas en Europa que fabrican PLA procedente de otros materiales”. De hecho, comenta que ya se ha pensado en poner en marcha una fábrica para desarrollar este plástico hecho con los residuos del pan . “Se planteó crear una fábarica en y se barajaron distincas ubicaciones como Salamanca, para aprovechar los residuos de pan procedentes de Portugal también”.
Premio a la sostenibilidad
Tal ha sido la aceptación de este proyecto que recientemente ha sido seleccionado como uno de los 15 mejores desarrollos realizados dentro del Programa Europeo Life + de los últimos 25 años. Por eso, la iniciativa opta a ganar uno de los dos premios Green Awards, que se concderán en cada una de las categorías, en este caso, dentro del apartado LIFE Enviromente, que se entregarán el próximo 30 de mayo en Bruselas, en el marco de la celebración de la Green Week.
Víctor Amor/ ICAL