Según el Informe Europeo sobre Drogas (2022), la edad media a la que se produce el primer consumo de cocaína es de 23 años, mientras que la del inicio de tratamientos contra la adicción es de 32; lo que resulta alarmante, sobre todo si se tiene en cuenta que el mayor consumo se produce entre los 15 y los 34 años. Para evitar los problemas que esta droga provoca en el organismo y en el entorno del adicto a largo plazo, el tratamiento temprano se torna fundamental, especialmente en esta etapa de la vida
En España, el 10,9% de la población de entre 15 y 64 años, es decir, alrededor de 5.000.000 de personas, ha consumido cocaína alguna vez (Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías, 2022). Además, se estima que el 24,5% de los adolescentes de entre 14 a 18 años ha consumido cocaína en el último año.
Efectos de la cocaína: cambios físicos y de desarrollo irreversibles
Un artículo publicado en la PNAS señala que la exposición a la cocaína puede tener un impacto duradero en la estructura neuronal y en el funcionamiento del cerebro y afectar el rendimiento cognitivo, emocional y social. Así lo asegura también un estudio de la revista científica The British Pharmacological Society cuando habla del consumo temprano de cocaína y cómo este podría alterar el crecimiento normal de las regiones cerebrales afectadas por la cocaína, concretamente el sistema de recompensa, y repercutir en el sistema mesolímbico adulto al producirse un aumento en los niveles de dopamina en el cuerpo, provocando cambios funcionales a largo plazo.
A nivel fisiológico, el consumo de cocaína genera de forma inmediata afecciones graves para la salud como la taquicardia. Con el tiempo, puede llegar a provocar insomnio, depresión o anorexia, entre otras enfermedades.
«¿Cómo puedo saber si mi hijo consume cocaína?»
Existen diferentes síntomas de la cocaína que permiten identificar a un joven adicto. Fernando Botana, director del centro de adicciones Impasse Adicciones, afirma que los efectos físicos de la cocaína son los más fáciles de detectar: «dilatación de pupilas, ojos rojos, temblores, tos persistente, mala higiene, cansancio o hemorragias son los primer cambios fisiológicos que observamos en los pacientes adictos a la cocaína».
También resulta fundamental prestar atención a los cambios en el comportamiento —irritabilidad, aislamiento social, cambios en el apetito y el sueño, pérdida de interés, etc.— y a conductas como robo de dinero o artículos de valor o un empeoramiento en la relación familiar o la bajada del rendimiento.
¿Cómo ayudar a un adicto a la cocaína?
Para hablar sobre el posible consumo de drogas con adolescentes y jóvenes, es importante abordar la adicción desde la empatía y el apoyo emocional. Generar un ambiente de comprensión para que el adicto no se sienta solo ni juzgado, sino motivado para superar su adicción. También será clave participar en actividades saludables en espacios positivos y libres de drogas.
Aunque el impacto real lo proporcionará la ayuda de psicólogos y psicoterapeutas especializados en adicciones.
La intervención de un experto en adicciones será clave para acabar con el consumo de cocaína, pero esto solo se logrará si existe, por parte del joven adicto, predisposición para acabar con la adicción. Clínicas como Impasse Adicciones, que cuentan con una trayectoria de más de 30 años de experiencia en el tratamiento de adición a la cocaína, proporcionan apoyo y recursos para adolescentes y jóvenes que no saben cómo dejar la cocaína, siempre desde la empatía y con una visión integral de la adicción en espacios seguros y sin tabúes.
Fuente Comunicae