Los slowgames son aquellos videojuegos que animan al usuario a «jugar despacio», alejando la partida de acción y estrés, y que generalmente se centran en un solo jugador. Stardew Valley, Monument Valley, Townscaper, A Short Hike o Untitled Goose Game, entre los slowvideogames más populares a nivel mundial
Generalmente asociamos los videojuegos a la acción, deporte, guerras, aventuras… Pero no todos se adaptan a ese modelo. Es el caso del slowgaming: videojuegos independientes con un ritmo lento que animan al usuario a «jugar despacio», alejando la partida de acción y estrés, y que generalmente se centran en un solo jugador. Algunos de los más consumidos son Stardew Valley, Monument Valley, Townscaper, A Short Hike o Untitled Goose Game.
Desde Qustodio, la plataforma líder en educación digital para familias, señalan que la finalidad de este tipo de videojuegos es disfrutar en positivo del propio videojuego y de lo que ofrecen: puzles, construir ciudades, establecer relaciones sociales, pasear por paisajes, etc. Un modelo de videojuego que presenta una alternativa diferente al ritmo, ruido y violencia de los más populares.
No obstante, los expertos de Qustodio también advierten de que estas experiencias relajantes pueden acabar evadiendo al jugador en una realidad virtual, alejada de estreses y objetivos de la vida real. Y es que se trata de videojuegos que tienden a sumergir paulatinamente al usuario en una zona de confort continua dentro de un mundo online.
Hay que tener en cuenta que, independientemente de su temática, cualquier tipo de videojuego puede generar adicción entre los menores. De hecho, según el informe de Qustodio, Del cambio a la adaptación: ‘viviendo y aprendiendo en un mundo digital’, el año pasado los menores pasaron una media de 28 minutos diarios en aplicaciones de videojuegos.
Por tanto, aunque los slowgames presentan un estilo de juego más saludable que los videojuegos más movidos y violentos, desde Qustodio recomiendan encontrar un equilibrio en su uso y tener en cuenta sus ventajas e inconvenientes:
Alternativa para huir del estrés: muchos videojuegos de acción y aventuras generan una ansiedad desproporcionada en los menores de edad. Los slowgames pueden ser una alternativa atractiva para desenganchar a los más jóvenes de los videojuegos estresantes, aunque siempre encontrando un equilibrio en su consumo.
Vía de escape de la vida real: los slowgames pueden envolver al jugador en un ambiente realístico que le sumerge en una nueva vida virtual. Bajo el pretexto de reducir el estrés pueden convertirse en una forma de evasión continua para los menores.
Tiempo de uso: al contrario que otros videojuegos, los slowgames enganchan a los jugadores de forma paulatina. Por tanto, es recomendable prestar especial atención al tiempo de uso para obtener un equilibrio en su juego y evitar que vaya incrementado con el paso de las semanas.
Experiencia zen: la experiencia relajante de los slowgames pueden ser su principal atractivo y acabar convirtiéndose en su gran peligro. Acostumbrase a ellos durante muchas horas diarias puede generar una adicción y dependencia a este tipo de videojuegos que estimulan al jugador.
Ausencia de vida social: los slowgames tienden a atrapar a los usuarios en la realidad virtual en la que el usuario juega de manera individual. Es fácil que se vaya generando una dependencia cada vez mayor, hasta el punto de que construyan una vida paralela en torno al juego, que los evada de su vida real.
Eduardo Cruz, CEO de Qustodio, asegura que «todos los videojuegos generan adicción. independientemente de si su temática es bélica, deportiva o de aventuras. Es cierto que los slowgames son una alternativa saludable a los videojuegos violentos, pero siempre es recomendable limitar el tiempo de consumo de videojuegos en general. Con los slowgames es extremadamente fácil engancharse hasta altas horas de la noche. Una partida puede durar semanas e incluso meses, sin que tenga que causar estrés alguno. Sumergen a los usuarios en mundos virtuales, por lo que hay que controlar su uso especialmente porque pueden crear carencias afectivas a nivel social».
Fuente Comunicae