Las empresas necesitan directivos capaces de ver más allá de los conocimientos aprendidos en las escuelas de negocio.
Incluso, necesitan nuevas capacidades más allá de las habilidades blandas tan necesarias para una gestión eficiente. Pero falta algo más. Eso que falta es la capacidad de filosofar, en el sentido de saber pensar. Especialmente, en tiempos de incertidumbre y de grandes desafíos, no solo tecnológicos, sino sociales.
El filosofar es el dominio de la capacidades filosóficas como la visión y la perspectiva múltiple, la habilidad para crear marcos éticos de funcionamiento, la comprensión profunda, la capacidad de diálogo racional y emocional, el razonamiento lógico para la toma de decisiones estratégicas, la destreza para construir metarelatos que sumen seguidores en todas partes. Esto no es algo que se aprende con la experiencia de gestión, bien al contrario, es imprescindible un aprendizaje y un entrenamiento diferente, largo y exigente. Es un saber hacer. No se puede hacer lo que no se ha pensado antes.
Por estas razones, hemos escrito el libro Filosofía para directivos. Lo que necesitan los ejecutivos no es aprender filosofía, sino aprender a filosofar. Hay que perder el miedo a la filosofía. Hay que leerla, por supuesto, pero no para saber, sino para inspirarse, para desafiarse, para aprender a pensar. No necesitamos filósofos puros en las empresas, necesitamos directivos filósofos, líderes sabios capaces de actuar de una manera equilibrada y temperada para conseguir los mejores resultados, pero también, los más sostenibles.
Veamos a continuación cuales son esos principios del liderazgo sabio:
1. Conocerse a uno mismo
El autoanálisis es siempre el punto de partida. La reflexión sobre lo que somos. Lo que hemos hecho, lo que sabemos, lo que queremos hacer y, en definitiva, cuál es esa mejor versión de nosotros mismos que queremos alcanzar. No podemos emprender ninguna transformación sin hacer un balance y sin tener un propósito bien definido
2. Realizar un balance del saber y el poder
Luego pasamos al análisis de la empresa. Las organizaciones están centradas en el poder, es decir, en la pura gestión de recursos. Planes, eficiencia, procedimientos, objetivos económicos, etc. Esto manifiesta un olvido flagrante de la parte del saber. No del saber en cuanto conocimientos, sino del saber hacer, del saber pensar. Una empresa exitosa en el largo plazo, siempre tiene que conseguir un equilibrio entre el saber y el poder. El líder sabio es el que tiene la capacidad necesaria para lograrlo a través de las competencias filosóficas.
3. Compensar la deuda del saber
Ese olvido o deuda del saber debe analizarse y medirse y es el líder sabio el que debe preocuparse de llevar a la organización al siguiente nivel, evitando los abusos de poder y las degeneraciones del saber.
4. Rememorar la filosofía
Para conseguir ese dominio del filosofar hay que perder el miedo a la filosofía. Hay que utilizarla siempre a nuestro favor, nos tiene que ser útil en nuestras cosas prácticas, de lo contrario nos equivocaremos siendo unos meros eruditos de la historia de la filosofía.
5. Preparar la filosofía ejecutiva
La utilidad práctica de la filosofía la comprobamos más que con los profesores de filosofía, con los graduados en filosofía que han tenido éxito en las organizaciones. Ese es el caso de Peter Thiel fundador de Paypal o de Renate Nyborg ex CEO de Tinder y paradigmáticamente de Sergio Marchionne ex CEO del grupo Fiat Chrysler Automobile.
6. Interiorizar los diez principios de la filosofía
El aprendizaje de las competencias filosóficas se puede realizar entendiendo y desarrollando los 10 principios de la filosofía que proponemos en nuestro libro (socratismo, platonismo, aristotelismo, nominalismo, racionalismo, empirismo, criticismo, historicismo, existencialismo y estructuralismo) que nos permiten evolucionar el nivel de la capacidad de filosofar, desde el diálogo socrático hasta la visión estructuralista de la realidad.
7. Entrenarse en filosofar
Aprender a filosofar exige entrenamiento. Exige una buena práctica de dialogar y disputar, tanto oralmente como por escrito. Comentar textos, deconstruir discursos, pero también crear nuevas narraciones entusiasmantes.
8. Entender los límites y las limitaciones de la filosofía ejecutiva
La filosofía es una herramienta muy poderosa. Es especialmente eficaz desmontando marcos mentales heredados y procedimientos establecidos. Por tanto, hay que manejarla con inteligencia y con mesura, ya que puede ser perjudicial tanto para el que la realiza como para los demás. Nunca hay que desestimar la capacidad de convencer.
9. Alcanzar la sabiduría directiva
Los que hayan aprendido a filosofar y hayan desarrollado las competencias filosóficas con la ayuda de los 10 principios, habrán logrado alcanzar el liderazgo sabio y temperado que requieren las organizaciones actuales. Es lo que llamamos el diamante de la filosofía, porque se logran las virtudes propias de esa piedra preciosa: dureza, tenacidad, elasticidad, claridad entre otras.
10. Practicar las capacidades filosóficas en la organización
Finalmente, solo queda utilizar la filosofía en nuestro día a día, en las organizaciones, ganando perspectiva y, sobre todo, desarrollando esa capacidad profunda de comprensión de los fenómenos en los que estamos enredados que es la única que puede dar con soluciones audaces, originales y sostenibles.
No hay futuro sin filosofía. La filosofía es para todo y para todos.