Una pandemia con una fuerte crisis económica asociada, escasez de materias primas y alzas de precios que han llegado a superar el 50% y ahora un aumento de los precios de la energía y el petróleo con registros históricos. Este es el contexto en el que vivimos desde hace dos años: un momento convulso al que hay que sumar la reconversión del sector de los plásticos hacia la sostenibilidad y la circularidad. Un escenario que pone a prueba a la industria día a día.
Desde ANAIP acogemos con optimismo el anuncio que ha hecho este lunes el Gobierno de que va a buscar un acuerdo para llevar a cabo una bajada de los impuestos de la energía y desacoplar el gas del precio de la luz. No obstante, creemos que las medidas que se tomen deben ser a largo plazo y deben empezar por buscar una alternativa justa al modelo de fijación de precios.
En España tenemos un mix energético sólido y estable que no está sujeto a la volatilidad. Más del 70% de la producción proviene de energías renovables, eólica, solar, hidráulica o nuclear, que no tienen costes extra conocidos en los últimos tiempos y la producción de energía eléctrica por cogeneración o ciclo combinado (dos formas de generación basadas en el gas) representa entre el 15 y el 25% de la producción eléctrica. Además, mantenemos un flujo regular de suministro de gas con Argelia a través de un gaseoducto sin volatilidad de precios y suministro por contratos a largo plazo. El suministro que llega de Rusia supone menos del 8%. En este contexto ¿cómo se ha podido multiplicar el coste de la energía por 10?
Es fácil pensar que la invasión rusa de Ucrania es el motivo, pero sería un error quedarnos solo con esa idea. El problema de fondo es el funcionamiento del mercado eléctrico basado en el precio marginal, en el que todas las instalaciones cobran por su electricidad la cantidad de la instalación más cara. Es decir, es como ir al supermercado a comprar un kilo de patatas, una docena de huevos, un litro de leche y un kilo de solomillo y que en la caja nos cobren todo al precio del solomillo. No es comprensible y no es justo.
Este modelo favorece a algunos de los agentes intervinientes en la cadena de valor, que además están obteniendo los llamados “beneficios caídos del cielo” (o windfall profits). Pero lo que para unos son beneficios, para las empresas industriales y los consumidores son pérdidas sin capacidad de maniobra. La industria ya está sufriendo mucho los efectos de esta subida de precios, que está obligando a muchas empresas a replantearse su futuro.
Actualmente la economía española está inmersa en una transformación digital y circular hacia el uso de energías renovables que va a recibir apoyo de la financiación europea. Pero si no terminamos con el modelo marginal de fijación de precios los beneficios que debe traer esta transformación no llegarán a los ciudadanos y a sus empresas. Por eso en ANAIP creemos que es momento de plantear soluciones a largo plazo y proteger al tejido industrial español.