La navegación ha sido un pilar fundamental del comercio y la conexión entre continentes. Con el avance de las rutas comerciales, también surgieron riesgos inevitables: tormentas, piratería, accidentes y averías que podían traducirse en pérdidas millonarias. Para mitigar estos peligros, se desarrollaron mecanismos de protección financiera que evolucionaron hasta convertirse en pólizas para embarcaciones.
Los seguros marítimos permiten resguardar tanto a las embarcaciones como a las mercaderías. Su contratación no es un procedimiento rápido, ya que implica un análisis detallado de distintos factores: tipo de embarcación, ruta, carga transportada y antecedentes del armador. Las empresas trabajan con corredores especializados, quienes funcionan como intermediarios para evaluar riesgos y negociar coberturas adecuadas. En muchos casos, estos corredores están vinculados a grandes reaseguradoras, empresas que asumen una parte de la responsabilidad en caso de siniestro.
El costo de asegurar un buque varía enormemente. No es lo mismo una pequeña embarcación de pesca que un buque de carga transoceánica. En este sentido en Mutua de Vigo informan que “Para determinar la prima, se debe considerar el valor del barco, el tipo de carga, las zonas de navegación y hasta el historial del capitán”. En promedio, una póliza anual puede oscilar entre decenas de miles y varios millones de dólares. Los conflictos geopolíticos o el cambio climático también pueden influir en la fluctuación de los mismos.
A la hora de reclamar una compensación, la clave está en cumplir con los requisitos estipulados en el contrato. El asegurado debe presentar pruebas del siniestro, informes técnicos y documentación que respalde su pedido. Dependiendo del caso, puede requerir inspecciones adicionales antes de desembolsar el pago. Sin embargo, no siempre el proceso es fluido. En ocasiones, demoran las indemnizaciones o alegan que el siniestro no está cubierto. Si eso ocurre, los armadores pueden recurrir a mediaciones o incluso a litigios en tribunales especializados.
El derecho marítimo regula este tipo de servicios y varía según la jurisdicción aplicable al contrato. Muchas trabajan bajo normativas internacionales, como las de Lloyd ‘s de Londres o los convenios del Instituto de Aseguradores de Carga. Sin embargo, cuando se trata de disputas legales, el lugar donde está registrado y la sede pueden determinar qué legislación se aplicará en caso de controversia.
Asegurar implica evaluar múltiples puntos. No solo se considera la edad y el estado del navío, sino también el tipo de mercancía transportada y los posibles peligros de la ruta. Aquellos que transitan por zonas de alto riesgo, como el estrecho de Malaca o el golfo de Adén, suelen pagar primas más elevadas. Además, la experiencia de la tripulación y la reputación del operador influyen en las condiciones.
Por lo general, no existe un límite absoluto para la suma asegurada, pero las compañías establecen ciertos topes dependiendo del tipo de embarcación y el valor de la carga. Algunas permiten negociar coberturas ampliadas, aunque esto implica primas más altas. En cualquier caso, la clave está en encontrar un equilibrio entre el costo y la protección adecuada para cada tipo de operación.
Si una aseguradora no responde o retrasa injustificadamente el pago de una indemnización, el cliente tiene distintas opciones. Primero, puede recurrir a un perito independiente para respaldar su reclamo. Luego, si sigue sin cumplir con sus obligaciones, es posible acudir a organismos reguladores o a instancias judiciales. En algunos países, existen tribunales especializados en derecho marítimo que resuelven este tipo de conflictos con mayor rapidez.
El mundo marítimo está en constante evolución, y con él, también lo hacen las pólizas de aseguramiento. Si bien puede parecer un proceso complejo, contar con una cobertura adecuada es fundamental para garantizar la continuidad de las operaciones navales. Con la información correcta y el respaldo de especialistas en la materia, es posible navegar con tranquilidad, sabiendo que, ante cualquier eventualidad, existe una red de protección para evitar pérdidas irreparables.