Los especialistas del Servicio de Aparato Digestivo de Policlínica Gipuzkoa, los Dres. Juan Arenas, Julyssa Cobian y Laura Olondris explican en el Día Nacional del Celíaco, en qué consiste esta enfermedad y cómo tratarla para suprimir sus efectos
El aparato digestivo es el sistema que permite absorber todos los nutrientes que necesita el cuerpo para desarrollarse y sobrevivir. No obstante, hay enfermedades que amenazan su correcto funcionamiento. Una de ellas es la celiaquía, que celebra hoy, 27 de mayo, su Día Nacional. Los especialistas del Servicio de Aparato Digestivo de Policlínica Gipuzkoa, los doctores Juan Arenas, Julyssa Cobian y Laura Olondris, arrojan luz sobre esta intolerancia, muchas veces incomprendida.
Juan Arenas, jefe del Servicio del Aparato Digestivo de Policlínica Gipuzkoa, señala que «la celiaquía es una enfermedad sistémica, de base inmunológica, que aparece en gente predispuesta genéticamente. Consiste en la intolerancia a una proteína que es el gluten, que está en varios cereales como son el trigo, la cebada o el centeno». De esta forma, «lo primero que tenemos que hacer para diagnosticar esta patología es pensar en ella», apunta. «Después, hay pruebas serológicas, pruebas endoscópicas y pruebas de análisis genético» que ayudarán a obtener más pistas.
«Los síntomas dependen de la edad del paciente»
Los síntomas más comunes que provocan esta enfermedad, según Julyssa Cobian, «normalmente dependen de la edad del paciente. En los pacientes que son pediátricos, entre niños y adolescentes, los síntomas pueden ir desde diarreas importantes y pérdida de peso hasta apreciarles un desarrollo más lento», revela. «Sin embargo, en los adultos sí que vemos que muchas veces es una enfermedad muy difícil de diagnosticar solamente basándonos en los síntomas», añade la médica.
Y es que «estos pueden ser desde una reacción asintomática, es decir, los pacientes pueden tener algún familiar con alguna enfermedad celíaca, pero que estén asintomáticos, mientras que, por otro lado, también vienen pacientes consultando por dolor abdominal, por diarreas, por estreñimientos o por alguna alteración en el ritmo intestinal», cuenta Julyssa Cobian.
Otros síntomas pueden estar relacionados con «osteoporosis o infertilidad», desgrana. La celiaquía «es una enfermedad sistémica que no solo puede afectar al intestino, sino que también puede presentarse con otros síntomas en otros aparatos».
Déficit nutricional
En cuanto a cómo reacciona el organismo cuando entra en contacto con el gluten, cuando este «entra en el sistema digestivo, tiene contacto con las vellosidades intestinales. Cuando esto sucede, se genera una respuesta inflamatoria excesiva. Esta inflamación lo que provoca es una atrofia a nivel de las vellosidades y esto conlleva que el paciente tenga déficit nutricional tanto en proteínas, vitaminas, calcio, vitamina B12…». El aparato digestivo deja de absorber los nutrientes «y eso es la causa de que se presenten problemas de la alteración intestinal o de problemas nutricionales», confirma la médica.
No obstante, la celiaquía también puede derivar en patologías mucho más graves. «Las enfermedades autoinmunes que se han visto relacionadas con la celiaquía son una diabetes mellitus tipo 1, también se pueden presentar problemas tiroideos o incluso hepatitis autoinmune», advierte Julyssa Cobian.
Por lo demás, también hay otras enfermedades autoinmunes que pueden tener una predisposición genética, como la celiaquía. Así, «hay enfermedades reumatológicas como, por ejemplo, la artritis reumatoide. La espondilitis también tiene un componente genético y todas se presentan como la celiaquía», cuenta.
«El sistema inmunológico tiene la función de protegernos»
Laura Olondris, por su parte, explica que «de normal, el sistema inmunológico tiene la función de protegernos de los agentes externos: bacterias, virus y demás. Ahí lo que es fundamental es que nuestro sistema inmunológico sepa diferenciar qué es propio y qué es ajeno», explica la médica.
No obstante, «con una enfermedad autoinmune», como puede ser la celiaquía, «lo que ocurre es que hay una confusión y el sistema empieza a actuar contra células y otros tejidos que son nuestros, que no deberían ser peligrosos para nosotros». Esta reacción «puede llegar a producir daños a nivel de tejidos y órganos», explica.
Eso sí, en la actualidad ya hay medidas que se toman para evitar que los pacientes sufran, aunque «la dieta sin gluten es, en estos momentos, el único tratamiento disponible para una enfermedad celíaca». En ese contexto, «esta tiene que ser estricta y de por vida, indefinida, por lo menos hoy», dice Laura Olondris. Porque esta dieta «es la única forma que tenemos de que ese paciente mejore y de que los cambios y el daño producido por la ingesta de gluten puedan revertirse». El objetivo no es otro que el paciente pueda volver a «absorber los elementos nutricionales y que los síntomas puedan desaparecer», expresa.
Por lo demás, el gluten es una proteína beneficiosa para el organismo y no hay por qué dejar de tomarlo. «Si una persona no tiene una enfermedad que le produce alergia al gluten, no tiene ningún motivo para retirar el gluten de sus dietas», avisa la médica. De todos modos, «en la práctica, si tenemos pacientes que nos dicen que tienen determinados síntomas y vemos que, cuando les retiramos el gluten, estas personas mejoran, hay que hacer un buen estudio y descartar firmemente que ese paciente no es celíaco», responde la especialista del aparato digestivo.
«No obstante, si descartamos firmemente que no es celíaco, pero persisten sus síntomas al gluten, deberemos mirar si pudiese ser una sensibilidad al gluten no celíaca. Eso a veces no tiene solo que ver con el gluten, sino con otros componentes del trigo», añade.
«No hay ninguna prueba médica que confirme o descarte si una persona es celíaca»
El problema en la actualidad es que aún no existen los medios suficientes para diagnosticar esta patología. «Con esta enfermedad no hay ninguna prueba médica que nos confirme y nos descarte al cien por cien si una persona es celíaca o no». Así las cosas, «necesitamos juntar varios procesos diagnósticos y todos deben componer un puzle y deben cuadrar. Para ello, tenemos una analítica de sangre que nos permite medir los anticuerpos, la serología que llamamos nosotros. También hay otro análisis de sangre con el que podemos mirar la carga genética, para valorar si ese paciente es susceptible de ser celíaco o no». Del mismo modo, «tenemos unas muestras que cogemos con una gastroscopia para saber si a nivel renal o del duodeno hay daño por el consumo de gluten y, por último, tenemos que ver la respuesta a todos los niveles, también a nivel sintomático, de un paciente después de que este haya hecho una dieta sin gluten». Después de mirar todas esas cosas se podrá emitir un diagnóstico definitivo.
Fuente Comunicae