El trabajo tradicional, entendido como un espacio y jornada estables e inamovibles, está en crisis. Y en gran medida se debe al desarrollo acelerado de las nuevas tecnologías y sus múltiples herramientas que hacen que la transformación de un mundo interconectado, también el laboral, sea un hecho. La oficina clásica, en la que cada trabajador cuenta con un puesto (mesa y ordenador) fijo, y cuya jornada laboral se circunscribe también a un horario fijo, se está viendo desplazada por espacios que responden a las nuevas necesidades producidas por cambios vertiginosos.
Ahora, y cada vez más, la flexibilidad, el dinamismo y la horizontalidad marcan las relaciones laborales. Por eso los espacios en los que se realizan estas funciones están sufriendo, también, cambios importantes. Es aquí cuando entran en juego las nuevas oficinas, en las que las separaciones e incluso los despachos ya apenas existen. Estos nuevos lugares de trabajo se caracterizan por sus espacios amplios, cómodos y distribuidos de una forma flexible en la que la movilidad, tanto de los trabajadores como de los propios espacios, es clave. Además, parece que la fórmula del teletrabajo, hasta ahora la panacea de la flexibilidad horaria, tampoco ha dado los resultados pretendidos. Contradicciones de un mundo hiperconectado.
«Cada vez más estudios revelan que la persona que trabaja en casa –o en espacios de co-working, pero sin contacto con compañeros– no siente el mismo compromiso con su empresa ya que se siente desconectado de ella».
Por eso se está dando un regreso a la oficina. Pero no a cualquier oficina, sino a un lugar en el que los espacios y relaciones vienen marcados por la democratización de las jerarquías, la flexibilidad (posibilidad de adaptación real a las necesidades de cada momento), la naturaleza (uno de materiales sostenibles y reciclados y plantas), la colaboración y, en definitiva, el bienestar de los trabajadores. Pero también con especial atención a la privacidad, un aspecto que venía siendo un problema en muchos de estos nuevos espacios en los que los ruidos y la sonoridad indeseada de las conversaciones ajenas impiden la concentración, además de no respetar la privacidad. Para ello son importantes los llamados ‘paneles fonoabsorbentes’, unas placas diseñadas para reducir las reverberaciones, así como para amortiguar la contaminación acústica. Suelen tener además diseños atractivos por lo que cumplen igualmente con una función práctica y decorativa. Asimismo, existen en diferentes formatos para facilitar su adaptación e integración en el espacio, independientemente de las características particulares.
Importante también es otra de las consecuencias de este ‘regreso’ de teletrabajadores a las oficinas, aunque sea de forma puntual. Y es que las reuniones y encuentros en estos espacios flexibles y móviles generan la necesidad de que existan zonas agradables y adaptadas para el trabajo conjunto, y que favorezcan la conversación, así como generación e intercambio de ideas (brainstorming). Para ello, las pizarras son fundamentales, aunque las tradicionales se han quedado algo obsoletas. Ahora, estos espacios requieren de paredes enteras paneladas con pizarras para no poner así límites de ningún tipo a la creatividad.
Al igual que las oficinas se reinventan, empresas como Alapizarra, han ido avanzando y adaptándose a los nuevos tiempos y necesidades, fabricando y añadiendo a sus catálogos, productos personalizados como las pizarras a medida o los atractivos y útiles paneles fonoabsorbentes que se mencionaban anteriormente.