Elaborado por la ONG internacional Compassion in World Farming y publicado hoy, el nuevo informe Ganadería industrial: ¿Quién se beneficia? Cómo se mantiene a flote un sistema ruinoso desmonta los mitos perpetuados para mantener viva la industria mundial de la agricultura intensiva, y establece los siete insumos clave sobre los que se apoyan los sectores que la mantienen y obstruyen las reformas necesarias para cambiar hacia una agricultura más amable con el bienestar, la salud y el clima. Porque, si bien las actividades de las grandes empresas proveedoras de carne son bien conocidas, los principales «proveedores de insumos» de la ganadería industrial se han escapado del primer plano.
Estos grandes proveedores de insumos son los fabricantes de jaulas; el sector de los productos farmacéuticos animales; el sector de los plaguicidas; los grandes comerciantes de granos; productores de alimentos para animales; el sector de la genética animal, y el de los fertilizantes.
El informe expone y desacredita los mitos clave utilizados por las «Big Ag» para imponer la ganadería industrial como una necesidad, y que ayudan a perpetuar esta industria tan destructiva:
- Mito: «La ganadería industrial es necesaria para alimentar al mundo»
Realidad: Producimos muchos más alimentos de los que se necesitan para alimentar a la creciente población mundial, pero gran parte se pierde o desperdicia tras la producción de cantidades sustanciales de cereales comestibles para los humanos –como el trigo, el maíz y la soja– utilizados para alimentar a los animales en las granjas, que los convierten de manera muy ineficiente en carne y leche.
- Mito: «La ganadería industrial nos proporciona comida barata»
Realidad: Si bien la carne y la leche de las granjas industriales son baratas en el supermercado, la sociedad paga caro el enorme coste que conlleva el impacto perjudicial de la ganadería industrial en la salud humana y en el medio ambiente, que incluye la degradación del suelo y la pérdida de biodiversidad; el uso excesivo de antibióticos; las emisiones de gases de efecto invernadero y un mayor riesgo de pandemias mortales.
- Mito: «Los animales de granja industrial como cerdos y pollos tienen bajas emisiones de gases de efecto invernadero»
Realidad: Los cerdos y los pollos producen altas cantidades de emisiones de GEI, mucho más altas que los alimentos de origen vegetal.
El autor del informe y asesor principal de políticas de Compassion in World Farming, Peter Stevenson, explica que «la cría intensiva de animales o ganadería industrial, amenaza la seguridad alimentaria mundial, causa daños ambientales significativos al impulsar gravemente el cambio climático, y es la mayor causa de crueldad animal en el planeta. Por ello es impensable que, frente a la evidencia científica de este impacto destructivo, siga habiendo empresas que no solo ignoran esta evidencia y anteponen el beneficio económico a los animales, las personas y el planeta, sino que también obstruyen los esfuerzos para la transición a sistemas sostenibles que funcionen para todos nosotros”. Stevenson argumenta que «es necesario rendir cuentas por la destrucción que causa la agricultura industrial. No se puede permitir que un puñado de grandes empresas continúen obteniendo ganancias masivas a expensas de los animales, nuestra salud y la existencia misma de nuestro planeta. A menos que reduzcamos nuestro consumo excesivo de carne, pescado, lácteos y huevos y cambiemos a sistemas agrícolas regenerativos que funcionen en armonía con la naturaleza, el futuro de la humanidad está en peligro. Necesitamos un acuerdo global para transformar nuestro sistema alimentario antes de que sea demasiado tarde, e instamos a cualquiera que se preocupe por los animales y el futuro de nuestro planeta a firmar nuestra petición para poner fin a la cría intensiva de animales en END.IT», explica el experto.
¿Quién se beneficia?
Las cuatro empresas que se benefician enormemente de la ganadería industrial se conocen como las compañías ABCD: Archer Daniels Midland, Bunge, Cargill y Louis Dreyfus, y son los principales comerciantes de granos del mundo que proporcionan gran parte de los cereales y la soja utilizados para alimentar a los animales en las granjas industriales. Salieron a la palestra en 2022, al revelarse que estaban obteniendo ganancias récord cuando un número creciente de personas se enfrentaba al hambre debido al aumento de los precios de los alimentos y la inseguridad alimentaria, en gran parte debido al conflicto en Ucrania. Empresas como estas, y otras en las siete industrias clave, gozan de un inmenso poder financiero y político, que se utiliza para influir a los responsables políticos y bloquear los cambios tan desesperadamente necesarios para reformar la agricultura y hacerla respetuosa con el planeta, como las reformas establecidas en la estrategia <<De la granja a la mesa>> de la UE.
El sector de la alimentación animal son las empresas que compran cereales y soja a los grandes comerciantes de granos como los ABCD, y los mezclan en piensos para animales de granjas industriales. Este sector genera los ingresos anuales más altos de todas las industrias de insumos, con más de US $ 400 mil millones por año. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) señala que el uso de cereales como alimento para animales podría amenazar la seguridad alimentaria, ya que reduce la cantidad de energía alimentaria y proteínas disponibles para el consumo humano. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), los cereales que alimentarán a los animales de granja hasta 2050, podrían alimentar a más de 3.500 millones de personas si se utilizaran para el consumo directamente humano.
Otro sector que se beneficia enormemente de la cría intensiva de animales es el de los plaguicidas y fertilizantes químicos, que se utilizan para cultivar el 40% de los cereales del mundo y el 76% de la producción mundial de soja, utilizados para alimentar a los animales en las granjas. También el sector de la genética animal, que proporciona animales a las granjas industriales criados para crecer más rápido y producir más carne y productos lácteos de lo que lo harían naturalmente, permitiendo que sufran problemas de salud dolorosos y debilitantes, igual que los fabricantes de jaulas, que confinan a los animales en granjas industriales en espacios estériles y pequeños, condenándolos a vidas que no vale la pena vivir.