Cuando en términos empresariales se tiende a evadir las consideraciones jurídicas, es habitual encontrarse con nuevos emprendedores que se sienten verdaderamente perdidos en el terreno legal, así como con empresarios veteranos que retrasan el momento de rodearse de notarios y abogados.
Sin embargo, el día a día de cualquier negocio está plagado de asuntos que deberían gestionarse desde la vía jurídica, para curarse en salud y para diferenciarse –de esta forma- de la competencia. “Acuerdos con proveedores, cuando contratas a un nuevo empleado etc. son situaciones cotidianas con una gran carga legal”, explican desde Avanza21.
De forma general, para que una empresa pueda alcanzar el éxito debe tener en cuenta las siguientes cuestiones básicas: definir la estructura del negocio correctamente, repartir obligaciones, definiendo con claridad las obligaciones de cada uno, documentar la relación con clientes y proveedores, evitar (siempre) invadir los derechos de terceros y preferiblemente, contar con una asesoría.
Asesoría jurídica para empresas: mejor prevenir que curar
Lo mejor es atender las necesidades jurídicas justo cuando se presenten. Por eso, lo ideal es contar con una asesoría constante y no apagar incendios cuando ya se ha descontrolado. En Avanza21 proponen una asistencia que enfoque los asuntos y evite los problemas, adelantándose a ellos.
Además, brindan la posibilidad de formar un equipo con colaboradores o despachos especialistas en la materia, pero siempre bajo su dirección.
“Piensa en todos los actos diarios que realizas como PYME y te percatarás de que disponer de un equipo de abogados no solo te facilitará la vida, sino que te ofrecerá protección legal”. Algunas de las razones más interesantes:
Frenar la morosidad. Es posible reducir el impacto de la morosidad prestando atención a los detalles administrativos y legales del día a día.
Contratos más seguros. Es interesante conocer qué contratos benefician más, o qué derechos y deberes se tienen frente a los trabajadores, para contratar sin miedo.
Evitar problemas con el uso de datos. “Una acción tan habitual como el envío de un email comercial a un cliente te puede suponer una multa si no cuentas con su consentimiento”.
Competir en un entorno online. Las nuevas tecnologías obligan a las empresas a ponerse las pilas en cuestiones como el e-commerce o la política de cookies.