Sin duda alguna, 2020 fue un año de desafíos sin precedentes para el sector retail y sus cadenas de suministro. La llegada de las vacunas abrió una puerta a la esperanza, empezábamos a avistar la vuelta a la normalidad. Sin embargo, 2021 no fue más fácil y 2022 tampoco arranca con las mejores perspectivas: la pandemia todavía no puede darse por finiquitada y a ella se suman las actuales inestabilidad e inseguridad social, política y económica.
Todas estas disrupciones han generado nuevas necesidades en el mercado y han provocado cambios en las demandas de los consumidores. La continuidad de la cadena de suministro nunca había sido tan relevante y prácticamente se ha convertido en un vínculo vital para millones de personas en todo el mundo. Además, hemos aprendido que esa continuidad no puede darse por sentada.
Es fundamental que las empresas del sector impulsen su capacidad de resiliencia y fortaleza. Solo así las cadenas de suministro podrán adaptarse a las necesidades de cada momento y estar preparadas para el futuro. En este sentido, las nuevas tecnologías juegan un papel capital.
Las presiones sobre las cadenas de suministro se multiplican
Actualmente, los retos que deben afrontar las empresas de distribución y logística son grandes y numerosos. El auge que ha experimentado el e-commerce a raíz de la pandemia ha incrementado exponencialmente el volumen de artículos y vehículos que deben movilizar, dificultando las tareas de planificación e implementación.
Por otro lado, aunque la muerte del comercio tradicional lleva años anunciándose, lo cierto es que avanzamos hacia un mercado omnicanal en el que los consumidores utilizan todos los canales de venta a su disposición de forma simultánea. Un mercado en el que ofrecer una experiencia perfecta y personalizada, tanto en la tienda física como en la digital, es la llave del éxito para cualquier marca, independientemente de su tamaño o ubicación.
Además, la falta de visibilidad en el transporte, la volatilidad de los precios del combustible, las nuevas tarifas, las regulaciones y los bloqueos internacionales están derivando en un aumento de los costes que presiona todavía más los márgenes de beneficios de las empresas.
Sin olvidarnos de la sostenibilidad. Las compañías no solo deben esforzarse para mejorar su rentabilidad, sino para reducir su huella de carbono y promover un crecimiento sostenible.
La digitalización de las cadenas de suministro es la respuesta
Las actuales cadenas de suministro deben hacer muchos más malabarismos para aunar rentabilidad y sostenibilidad, pero, también, para garantizar la continuidad de sus operaciones. Y ¿cuál es el denominador común de todas estos requerimientos? Ser capaces de adaptarse rápidamente a las necesidades de cada momento. O lo que es lo mismo, ser más ágiles y flexibles.
La digitalización de la cadena de suministro es la palanca de esta resiliencia. En concreto tecnologías como la inteligencia artificial, el machine learning, la automatización o la robótica, que permiten impulsar la eficiencia tanto del personal como de los equipos de los almacenes y centros de distribución.
También la nube, que brinda a las organizaciones la flexibilidad de poder seleccionar o elegir qué partes del software pueden mejorarse para gestionar frecuencias de cambios más elevadas y que les permite crear una cultura más propicia a la innovación, no solo en el área de IT, sino en toda la organización. Al final, las soluciones cloud funcionan mejor cuando las cargas de trabajo son muy impredecibles o temporales, lo que está totalmente alineado con el panorama descrito.
Y, por supuesto, los microservicios, un concepto de packaging y distribución que busca conseguir la agilidad técnica reduciendo el tamaño y las dependencias de distribución entre los componentes de un software. Es cierto que este tipo de arquitecturas son más complejas, pero apostar por ellas implica invertir en agilidad, ya que permiten al personal cambiar y decidir qué tecnología apoya a una necesidad operativa específica en un momento concreto. Algo fundamental en un mercado cambiante como el actual. Un buen ejemplo de ello es Manhattan Active Warehouse Management, un software de arquitectura de microservicios que siempre permanece actualizado, para que las empresas puedan centrarse en tareas de mayor valor añadido sabiendo que el rendimiento, la resiliencia y la continuidad de la cadena de suministro está asegurada.
Es cierto que no podemos predecir con exactitud pandemias, desastres naturales o fricciones políticas, pero sí podemos mitigar sus efectos sobre las cadenas de suministro. La clave es apostar por tecnologías seguras, estables y confiables que las respalden de manera que estas sean capaces de pivotar rápidamente, incluso en los momentos más difíciles, y ofrecer a los consumidores el servicio rápido y eficiente que esperan y necesitan.