De la rutina al éxito: cómo Fernando Hernández construyó Aszendit
Fernando Hernández, CEO de Aszendit y creador del concepto de “cool calling”, ha convertido su visión y experiencia en una guía para emprendedores que buscan crecer con estrategia y pasión. Desde su primera decisión de dejar un empleo estable hasta la expansión internacional, Hernández comparte sus aprendizajes sobre ventas, liderazgo y propósito empresarial. En esta conversación, Fernando Hernández nos abre las puertas de su día a día como CEO, compartiendo sin filtros sus aprendizajes sobre liderazgo, ventas y toma de decisiones. Desde sus primeros fracasos hasta la construcción de un equipo sólido, Hernández revela las claves que lo han llevado a transformar ideas en negocios de alto impacto y a mantener su propósito como motor de crecimiento.
Cuando miras atrás, ¿cuál fue el momento en el que dijiste “ya voy a dejar mi trabajo y quiero mi propio camino”?
Siempre he sido emprendedor; toda mi vida ha estado dentro de mí. Quería empujar, quería emprender. Pero el momento determinante fue estando en la consultora, viajando en metro todos los días. Pensaba: ‘Llegará un momento cuando tenga 30 años que seré emprendedor’. Hasta que un día me dije: ‘Está bien, tengo que coger el control y las riendas de mi vida’. Fue un poco de un día para otro. Ese 22 de marzo decidí dejar el trabajo y vivir la aventura que siempre quise: montar Aszendit. La gente espera demasiado y no toma decisiones. Al final, la vida pasa.
El arranque de Aszendit fue prácticamente una historia de garaje. ¿Cuál fue la primera dificultad que tuviste que superar?
Todo han sido dificultades, todos los días. La vida del emprendedor es resolver problemas constantemente. Mi primer gran reto fue vender más de lo que podía dar servicio. Abrí casi todo el IBEX 35 y no podía atender a los clientes porque necesitaba contratar más gente y el dinero entraba a 90 días. Tuve que negociar con bancos, buscar financiación y pedir ayuda a mi familia. Fue complicado, pero aprendí a manejar crecimiento y recursos a la vez.
Muchos hablan de tus cifras de negocio y crecimiento, pero ¿tuviste algún fracaso inicial que hoy consideres una bendición?
Tuve varios fracasos. Uno fue con un cliente grande que me exigía estar a su disposición todo el día. Cancelar ese servicio me enseñó a elegir clientes que entiendan tu propósito y a no dejar que otros te dicten tu camino. Otro aprendizaje fue con amigos que empezaron conmigo y luego se fueron. Aprendí que hay que volcarse con tu equipo y entender que los caminos se pueden separar sin resentimientos. No son fracasos, son aprendizajes: elegir bien a los clientes y darlo todo por tu equipo.

Fuiste quien popularizó el concepto de cool calling. ¿Cómo lo definirías en pocas palabras?
Es la mejor habilidad para generar negocio en cualquier parte del mundo. Es exponerte, hablar directamente con quien quieres hacer negocio, convencer con sinceridad, pasión y motivación. Si lo haces bien, es imposible que no consigas reuniones con tu público objetivo. Es elemental para levantar cualquier negocio.
¿Qué errores detectas más a menudo en emprendedores que intentan vender?
Uno, que no construyen los negocios orientados a la venta. Dos, que olvidan la venta y se enfocan en producto, presentaciones o webs. Lo realmente importante es vender más y más rápido. Sin eso, nada se mueve.
Si tuvieras que vender un producto fuera del sector tecnológico, ¿cómo aplicarías tu método?
Exactamente igual. He aplicado la misma metodología en más de diez empresas, incluyendo consultoría de operaciones, marketing y compañías energéticas. Lo que cambia es el público objetivo, no el proceso de ventas.
Como CEO, ¿qué ha sido lo más complicado: Manejar la incertidumbre económica, liderar personas o escalar rápido?
Liderar a las personas y también a mí mismo. Lo más difícil son los despidos y aprender quién aporta valor y quién no. Sin un equipo sólido y alineado con el propósito, no se llega lejos. Para motivar y crecer, primero hay que saber liderarse a uno mismo.
¿Qué consejos darías a alguien que quiere emprender sin recursos?
Aprender a vender y exponerse. Lo más incómodo suele ser lo más efectivo: llamadas, reuniones presenciales. Segundo, trabajar sin miedo y darlo todo. Tercero, mantener el foco: la constancia y la disciplina son las que determinan el éxito.
Aszendit tiene una rotación de personal muy baja. ¿Cuál es tu fórmula?
Tenemos dos clientes principales: los que nos pagan y los empleados. Sin la gente no vamos a ningún lado. Todas las políticas y decisiones buscan que el equipo crezca y brille en su trabajo. Pongo a las personas como pilar central; si ellos están bien, la empresa crece.
La innovación tecnológica está en todas partes. ¿Cómo equilibras tecnología e inteligencia artificial con la esencia humana de tu empresa?
Nos apoyamos en la tecnología para ser más eficientes, pero nuestro valor diferenciador es el contacto humano: la creatividad, la pasión y la energía. Por eso prefiero el presencialismo, porque ahí es donde brillamos como equipo.
Mirando al futuro, ¿qué tendencias tecnológicas crees que transformarán la consultoría y el emprendimiento?
La inteligencia artificial es solo el inicio; la verdadera revolución vendrá de la biotecnología. La clave es usar la IA para eliminar tareas que no aportan valor y centrarse en creatividad y contacto humano.
¿Cuál es ese sueño empresarial que aún no has contado en ninguna entrevista?
Mi expansión a Miami y demostrar que se puede emprender y ganar dinero en España. Mi propósito va más allá del éxito económico: quiero ayudar a la gente que lo necesita. Ese propósito me mantiene motivado cada día.
Si pudieras enseñar una sola habilidad para garantizar éxito en el emprendimiento, ¿cuál sería?
Ser auténtico y fiel a uno mismo. Cumplir con tus valores y tu propósito. La autenticidad es escasa y, cuando la tienes, te hace imparable. Eso es lo que realmente determina la constancia y el éxito.
Fernando Hernández demuestra que el éxito empresarial no se mide solo en cifras, sino en la capacidad de liderar con autenticidad, elegir los clientes correctos y poner al equipo en el centro del proyecto. Sus reflexiones recuerdan que emprender es un camino de decisiones, disciplina y propósito, donde el contacto humano y la pasión por lo que se hace siguen siendo la verdadera ventaja competitiva.

