Ahora, se recomienda no ir a comprar al supermercado, mejor no pagar en efectivo, mejor utilizar las tarjetas. Hoy en día existen métodos de pago digital que permiten hacer un pago inmediato autogestionado sin una persona delante
Recientemente, se podía leer en una de las publicaciones de El Instituto de Empresa: “No se crece cuando las cosas se vuelven fáciles, sino cuando se afrontan desafíos”, un escenario global calcado al que se enfrenta hoy el mundo, un desafío a nivel del siglo XXI, donde las guerras ya no son ejércitos enfrentándose unos con otros, sino soldados silenciosos que avanzan sigilosamente y obligan a los ciudadanos de los cuatro continentes a confinarse en sus casas, a cambiar sus hábitos de vida y de trabajo. En lo que va de siglo, el mundo ya se ha enfrentado con éxito a grandes desafíos, un ejemplo: Cuando Estados Unidos sufrió los ataques a las Torres Gemelas, quedó patente la debilidad de la sociedad, lo fácil que fue para unos terroristas golpear cruelmente y extender el fantasma del miedo; miedo a salir de casa y que un terrorista explotara una bomba, miedo a que un tren explotara camino del trabajo, miedo a un cambio profundo de forma de vida, a un recorte sensible de las libertades individuales y de la forma de expresarse. Las empresas fueron conscientes de su fragilidad y de lo poco preparadas que estaban para ese nuevo contexto. Cuantas empresas tuvieron que cerrar porque no había una correcta gestión de los datos, no había sistemas redundados y las empresas no estaban preparadas para otra forma de trabajar.
Seguramente aquel desafío fue muy pedagódico, ante una situación que ha encogido el corazón de todos durante los últimos años, donde cada poco tiempo había algún acto terrorista en alguna parte del mundo. Las medidas de seguridad establecidas en los aeropuertos a partir de ese momento no se han podido volver a flexibilizar por el miedo de que algo pudiera volver a pasar.
Ahora, otro reto por delante frente a una nueva situación difícil: las empresas no estaban preparadas para el teletrabajo y han tenido que hacerlo en tan solo una semana. Ahora, se recomienda no ir a comprar al supermercado, mejor no pagar en efectivo, mejor utilizar las tarjetas, evitar desplazamientos para aquello que se puede hacer sin moverse de casa. ¿De verdad era necesario esto para darse cuenta de que se dispone de tecnología suficiente para pagar sin contacto, para pagar desde cualquier sitio, para digitalizar los pagos, para disponer de una estrategia de gestión de pago de facturas que sea 100% digital? Desde hace ya varios años existen múltiples formas de pagar sin contacto. Si se dispone de una tarjeta con tecnología NFC o de un dispositivo móvil con la misma tecnología, ya se puede pagar sin que haya un contacto entre el pagador y el receptor. Quizás con otra intención, pero hace años que empresas como Google y Apple entendieron que este era el futuro de los pagos, por comodidad, por seguridad y por confianza, ahora son los gobiernos los que recuerdan que estas tecnologías están ahí.
Pero, «hay vida» más allá de la tecnología NFC. Hoy en día, existen métodosdepago digital que permiten hacer un pago inmediato autogestionado sin una persona delante, por ejemplo utilizando Bizum para enviar dinero de forma inmediata entre personas o de personas a empresas. Existen los sistemas IVR que permiten hacer una llamada para que el usuario realice el pago con su tarjeta sin estar presente con confirmación en tiempo real. Es posible enviar SMS y E-mail con un enlace de pago que permite agilizar los pagos de facturas, las gestiones puntuales o procesos de onboarding con pago incluido por varios métodos. Sin olvidar la carrera emprendida por las redes sociales para posicionarse en el nuevo ecosistema de la digitalización del pago. Siendo la primera Wechat que ha roto los esquemas en China, o Whastapp que ya está probando con éxito en India y en breve México. Facebook, Instagram y el resto de redes también trabajan en ello. Que el cliente pague donde esté, no donde el comercio quiera que vaya a pagar.
Probablemente esta sea una más de las muchas lecciones a aprender, ya que no será la última situación difícil que obligue a cambiar el estilo de vida. Por ello, se debe aprender, ningún proveedor que no pague porque está esperando a que la empresa vaya a verle para cobrar; no más clientes sin «suelto en el bolsillo» o sin efectivo para pagar, o que en ese momento no sabe cómo hacer llegar el dinero al vendedor. Digitalizar los pagos, la solución. En los próximos meses, cuantos menos obstáculos se ponga a quien quiere pagar, mejor.
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