‘4 Viviendas de Protección Oficial’ en Garralda, Navarra, se llevan el Miguel Fisac en los Premios de A&U del COACM

by MR2

El proyecto se creó con dos objetivos fundamentales, por un lado, su integración paisajística en un entorno tan cuidado como el de Garralda y el valle de Aézcoa, y, por otro, conseguir la máxima calidad habitacional de las viviendas propuestas

En los recientes premios de Arquitectura y Urbanismo del COACM y en la Categoría 4, para arquitectos colegiados en el COACM con obra fuera de Castilla-La Mancha, el Premio COACM ‘Miguel Fisac’ fue para  ‘4 Viviendas de Protección Oficial’,  en Garralda, Navarra, por su ‘integración y reinterpretación de los elementos de la arquitectura local’, según señalaba el fallo del jurado.  Es obra de Nazareth Gutiérrez, Rodrigo Núñez y Juan Carrascosa. 

«Celebramos la recuperación de estos premios. Los colegios tienen la capacidad de llegar alto y lejos en la difusión de la arquitectura. Además, la heterogeneidad de las categorías de esta convocatoria nos parece muy adecuada», señala Nazareth Gutiérrez.
Recogiendo el premio, Rodrigo Núñez tenía aquel día unas palabras para Fisac, el arquitecto ciudarrealeño universal que le da nombre al galardón: «como Miguel Fisac, pensamos que la regla de oro de la arquitectura es hacer las cosas con amor y con obsesión. Este proyecto es fruto de ello».  En este sentido, Nazareth aporta que «Fisac es una figura imprescindible para cualquier arquitecto y más aún si se comparte la herencia cultural ligada al territorio. Era un genio. Fue capaz de crear un lenguaje propio, en el que aunó modernidad, tradición, precisión estructural, construcción, y belleza».  

El proyecto se creó con dos objetivos fundamentales, por un lado, su integración paisajística en un entorno tan cuidado como el de Garralda y el valle de Aézcoa, y, por otro, conseguir la máxima calidad habitacional de las viviendas propuestas.
La integración en el entorno es una característica que los tres arquitectos potencian en todos sus construcciones.  Y, como no podía ser de otra manera, en la fase de concurso de éste, también llevaron a cabo una extensa investigación sobre la historia y las características del municipio de Garralda, así como un análisis sobre la tipología del caserío vasco-navarro. «En este estudio detectamos los invariantes de las construcciones tradicionales, que incorporamos, reinterpretados, a nuestro proyecto: volumetría sencilla, cubierta a dos aguas, uso de revoco blanco en fachadas, muros fraileros, balcón corrido y uso de madera en fachada y contraventanas», resume Rodrigo. 

Como resultado de este estudio concienzudo, los arquitectos dividieron el programa requerido en dos volúmenes o edificios, con cubiertas de gran pendiente, cuyas proporciones permiten una mayor adaptación a las formas  de la zona. Estas dos piezas se disponen en direcciones opuestas para favorecer el diálogo con los conjuntos urbano y paisajístico. 

Su elección de los materiales fue sensible y respetuosa con el entorno. Resolvieron la envolvente exterior únicamente con dos materiales. En los testeros, muros fraileros y muros de planta baja, se optó por mortero blanco como acabado de la fachada construida mediante sistema SATE, que consiste en la colocación de paneles aislantes sobre un elemento portante vertical, cuya instalación se realiza desde el exterior dando como resultado una envolvente térmica continua, sin puentes térmicos, de los muros de cerramiento de la vivienda. En cubiertas y contraventanas de galerías  el material utilizado es madera de pino termotratada, reinterpretando y recuperando así el uso de la teja de madera, típico del valle de Aézcoa. Ambas, cubierta y galería, se funden así en un único elemento que dota de identidad propia a la propuesta. Esta reinterpretación del arquetipo del caserío permite la vinculación de la propuesta con la memoria colectiva del lugar.

En el año 1898 Garralda sufrió un incendio que destruyó el pueblo casi por completo. Antes de este incendio, las cubiertas de las construcciones estaban realizadas con madera, material que no se utilizó en la reconstrucción del pueblo, por miedo a que la situación se repitiera.  «Desde entonces, obviamente, se han mejorado mucho las condiciones de seguridad de incendios, y  existe una normativa extensa de obligado cumplimiento  en relación a la propagación de los incendios, definida por el Código Técnico de la Edificación, lo que nos permitió recuperar el uso de la madera en la cubierta», explica Nazareth.

En el espacio exterior de la parcela no se han definido límites físicos, permitiendo entenderla como continuidad de la naturaleza circundante.

El diseño de las viviendas ha buscado la máxima flexibilidad, adaptabilidad, neutralidad y calidad espacial posible, favoreciendo distintos modos de habitar. El complejo cuenta con una vivienda por planta en cada uno de los dos volúmenes, en planta primera y bajocubierta, reservando el espacio disponible de la planta baja de ambos edificios para usos comunes. 

La estructura de madera contralaminada se limita a fachada y particiones de separación con elementos comunes, favoreciendo los cambios de la vida útil de la edificación. Se trata, además, de viviendas completamente accesibles. 
La iluminación natural y la disposición de los huecos es uno de los objetivos esenciales que los arquitectos han tenido en cuenta para asegurar la calidad del espacio interior, así como la dotación de amplias terrazas exteriores, que permiten conectar con el paisaje de la zona, como ocurre con la ausencia de límites físicos. El uso del color y los materiales en el interior ha sido intencionadamente neutro, para facilitar la apropiación y la caracterización del espacio a sus habitantes. «Para que sus propietarios pudieran disfrutar del espectacular entorno en el que se sitúan las viviendas, trabajamos en la  definición de la posición de los dos bloques, así como en  la distribución interior, teniendo muy presente la orientación y las vistas de cada estancia», explica Rodrigo. 

La propuesta, además, ha sido diseñada teniendo en cuenta criterios que mejoran la sostenibilidad del mismo, no solo a nivel energético (para lo que se ha cumplido con el estándar Passivhaus), sino también a nivel medioambiental (reducción de la huella de carbono, mantenimiento del ciclo del agua, fomento de la biodiversidad), social (mejora de la calidad de vida y condiciones de habitabilidad, vinculación con la memoria colectiva del lugar), así como económico (fomento de la economía circular). 

La obra comenzó en octubre 2020, y finalizó el 8 de septiembre de 2022. Tiene una superficie construida: 828.96 m² y se han utilizado para ella 275.88 m³ de madera. «Desde que están habitadas no hemos tenido la oportunidad de volver a Garralda, pero nos han transmitido que los usuarios están muy contentos. Tenemos previsto visitarlas pronto y conocer sus impresiones de primera mano», termina Nazareth. 

Además del Premio Miguel Fisac del COACM, las ‘4 Viviendas de Protección Oficial’ en Garralda, también ha logrado el Premio XVI Bienal de Arquitectura y Urbanismo Española, Mención Premio Luis Moreno Mansilla (Colegio de Arquitectos de Madrid).
 

Fuente Comunicae

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